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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Democracia fallida

21 de diciembre de 2014

Había terminado de redactar esta columna, cuando me enteré de la histórica noticia del restablecimiento de las relaciones diplomáticas de EE.UU. con  Cuba, y de la liberación de los tres héroes antiterroristas cubanos,  gesto audaz y valiente del presidente Obama, a la vez que victoria moral de la resistencia del pueblo cubano y su gobierno contra el bloqueo genocida.  Nos llena de alegría; es un paso más hacia la integración soberana de los pueblos del Caribe y Latinoamérica.    

Sin embargo, mantengo lo escrito porque refrescar la memoria sobre la pretendida democracia ‘americana’, sirve de contexto para entender en su justa dimensión lo ocurrido, ante la férrea oposición de los republicanos hoy furiosos con la noticia.

Si lograron que un juez federal  declarase inconstitucional la acción ejecutiva de Obama para evitar la deportación de millones de indocumentados, pondrán  todos los obstáculos imaginables  para impedir el desmonte del bloqueo, lo principal que está por resolverse.

No olvidemos que un estado que construye un extenso muro fronterizo “de la vergüenza”, en cuyos cimientos “existen más muertos que en la guerra de Irak”; que mantiene  infames leyes antimigratorias; que interviene arbitrariamente en los asuntos internos de otros países; que retiene en su territorio la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sin ser parte del acuerdo, y se autonombra para desde allí descalificar a quienes le dé por declarar violadores de derechos; que  carga impunemente con crímenes de guerra, y engaña a sus ciudadanos con encubrimientos y mentiras, es un estado sin autoridad moral, imperio en decadencia, en el que no se puede confiar, menos a raíz de las revelaciones del Comité de Inteligencia del Senado, sobre las atroces torturas  y macabros métodos de interrogatorio llevados a cabo por funcionarios de la CIA.

La revista ‘Político’ describe 13 de las más  crueles técnicas de tortura, inenarrables, aplicadas durante el mandato del presidente George W. Bush tras el 11-S. La CIA trata de eludir la justicia, amparada por los republicanos. En el Comité de Inteligencia del Senado, de 7 republicanos solo 1 republicana votó a favor de la publicación del sumario del informe. No pueden ocultar que la autoría moral de esta debacle incumbe a su expresidente, pero están seguros de que no podrá ser llevado a la Corte Internacional de La Haya.

Las torturas han resultado ineficaces; lo que sí han logrado es engañar al pueblo de los EE.UU., violando la Constitución y principios éticos aceptados universalmente. La diplomacia a su vez sufre un golpe demoledor, que tiene en alerta a todas las embajadas de los EE.UU. a través del mundo.

El diputado mexicano, Roberto Pedraza,  sostiene con razón que “difícilmente se pueda encontrar una contradicción más irritante que la que anima las políticas del estado norteamericano en materia de inmigración y las constantes arengas de sus dirigentes políticos a favor de la libertad”.

Hay que redoblar la solidaridad con Cuba para que recobre su total soberanía. 

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