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El Telégrafo

Democracia, capitalismo y un cambio de época

14 de junio de 2012

Democracia y capitalismo, dos palabras antagónicas que tienen destinos opuestos con emisarios distintos. Quizás sea la contradicción fundamental en estos tiempos en el que el núcleo duro del sistema capitalista está padeciendo una de sus peores crisis en casi un siglo y su reestructuración paga el precio más caro de los últimos 50 años: el medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales.

No intentamos descubrir nada nuevo. Solo de poner sobre la mesa lo evidente, lo que parece invisible a los ojos, pero se encuentra “oculto” por ciertos mecanismos ideológicos como los que provienen de los medios de comunicación. Lo que no se puede ocultar bajo la alfombra de este presente -y más aún en una era donde el imperialismo en sus diversas formas y variantes sale de su cueva mostrando los colmillos y mudándose de piel una y otra vez-, es la desigualdad, la miseria y los conflictos sociales existentes que se expresan en el corazón mismo de la crisis: EE.UU. y la Unión Europea.

La manifestación más clara de esto la podemos encontrar en los movimientos sociales como el de los “indignados” en España y Grecia, o las huelgas de trabajadores en Alemania, Francia e Italia. Con el principio de espontaneidad popular que sale a la calle a exigirles a las naciones centrales mejores condiciones de vida y una salida a los problemas económicos, se dinamizan los “indignados” de los sectores medios europeos y norteamericanos, y la clase obrera movilizada que se enfrenta a las fuerzas represivas que, sin tapujos, reprimen a mansalva la protesta social.
Las contradicciones se agudizan frente a las políticas de austeridad y ajuste en el Viejo Continente.

La lógica se repite una vez más en el vaivén de la historia: defensa absoluta de la propiedad privada y salvataje sistemático de los bancos, guarida del capital financiero. En eso Marx en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte había pegado en el clavo, como sabiendo como se suscitan los acontecimientos a través del tiempo: “la historia se da dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”. Quizás parezca una broma que esto se siga repitiendo y se convierta, como bien afirma Marx, en una farsa que el sistema capitalista nos tiene mal acostumbrados.
Aunque la historia misma demuestra que el capitalismo se quedará por un tiempo más.

Apenas lleva 500 años dominando el orden planetario, y es poco tiempo si comparamos los anteriores modos de producción que hegemoneizaron el mundo como fue el feudalismo que alcanzó un auge de diez siglos hasta su ocaso definitivo en el siglo XVIII. El capitalismo logró algo que no habían tenido los anteriores modos de producción: un proceso transversal de avance intercontinental de carácter global. Lo que le permitió consolidarse y afianzarse en todos los aspectos de la vida social. En este sentido, la democracia es por su naturaleza incompatible con el capitalismo.

Si existe la desigualdad, difícilmente hay una democracia plena. Sin embargo, nadie dijo que la revolución no sea posible, pero lamento decirle al lector que no le corresponde a esta generación, sino a las generaciones del futuro, quienes deben estar preparadas para dar el salto cualitativo hacia un mundo más justo, libre y con igualdad social.

(*) Ensayista. Integrante del Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, de Argentina.

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