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El Telégrafo

Delincuencia: tema de campaña

04 de agosto de 2012

Para los medios de comunicación privados, según su práctica sensacionalista, la delincuencia crece imparable y responsabilizan de este mal social al gobierno de la Revolución Ciudadana, mientras de otro lado ocultan la eficiencia y heroica labor de la fuerza pública, que con su moderna logística cumple su misión: proteger la vida de los ecuatorianos y cuidar sus bienes.

Hoy, esa dolencia preocupante y que requiere el concurso de todos para enfrentarla, se convierte en tema para la campaña electoral de la casi extinta partidocracia, de los articulistas aliados de la derecha y de dirigentes políticos que, al no encontrar argumento para fastidiar al régimen, dimensionan los hechos delictivos en su desatinada intención de crear una corriente de opinión adversa.

El primer magistrado municipal, en la sesión por los 477 años del proceso fundacional de Guayaquil, con referencia al tema delictivo, enfatizó: “Castiguemos a los asambleístas que votan a favor del delito”, e incluso pidió a los asistentes no apoyar a los legisladores que impulsan ciertas reformas al Código Penal. Con visión diferente y en armonía con la realidad sobre el mismo tema, el Presidente de la República, recalcó: “El crimen no se combate con más crimen”. “La delincuencia nace de la pérdida de los valores y falta de respeto por la vida que se desencadena de la pobreza y exclusión”. “Las causas vienen de los barrios de miseria, llenos de violencia, en calles polvorientas sin servicio básico, como si no fueran parte de Ecuador, sobre todo cuando  ve cerca tanta opulencia”.

Todavía no entienden, o pretenden ignorar, que la delincuencia es un aterrador problema que afecta a la sociedad y que es indispensable incursionar en las causas y trágicas consecuencias por la búsqueda de soluciones. No aceptan, por conveniencia y complicidad, que la delincuencia se desarrolla silenciosamente y sin sanción en el sector de los poderosos, mientras el hampón callejero es perseguido implacablemente, como que si allí se centralizara el mal.

Sociólogos y juristas coinciden en señalar que la delincuencia se origina en la deteriorada estructura socioeconómica, miseria, irregular conducta y el debilitamiento de la institución familiar, entre otras causas. Insistimos que el endurecimiento de sanciones, las prácticas de torturas y la pena de muerte solo contribuyen a atenuar ese desvío social.

Es inaplazable, para completar esa tarea, intensificar los programas contra la ignorancia, el analfabetismo, la pobreza y el desempleo, como los lleva adelante el gobierno de Socialismo Siglo XXI, dentro del inexorable proceso de cambio.

Da mucha pena cómo la televisión y los medios impresos se disputan como trofeos las primicias de los hechos sangrientos, pero sin aportar soluciones. Ahora  desde ya se advierte la intención de politizar el tema de la inseguridad y convertirlo en el eje de la campaña presidencial. La guerra contra la delincuencia, en sus diversos niveles, es tarea de todos, del Gobierno, con el aporte de las instituciones y ciudadanos de buena voluntad.

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