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El Telégrafo

Delicadeza presidencial

08 de diciembre de 2013

Antes lo normal era que el presidente llegaba con mujer, hijos, hermanos, perros, primos, tíos, compadres y se instalaba a cuerpo de rey a costilla del pueblo. Unos ñaños salían en misiones diplomáticas, otros se encargaban de la compra de armamento, el más ducho se hacía cargo de las licitaciones y sus mordidas, en fin, toda la familia acomodada y los gastos por cuenta de la caja fiscal. La esposa del ungido ejercía de primera dama, manejando cientos de millones de dólares del Presupuesto General del Estado sin tener que rendirle cuentas a nadie. Eran tiempos de la partidocracia.

Ahora la cosa es distinta. Nada de primera dama, dijo el Presidente y el presupuesto del INFA se trasladó al MIES. Prohibió terminantemente que su hermano Fabricio entre a la Presidencia y cuando se enteró de que tenía contratos con el Estado, decretó la terminación unilateral de los mismos y ordenó la inmediata recuperación de los anticipos. Dos canallas le calumniaron con la publicación de un libro lleno de mentiras y veneno. Hoy que el Gobierno le ganó todos los juicios al ‘gran hermano’ que pretendía que la justicia castigue la rescisión de contratos con cuantiosas indemnizaciones, los calumniadores se quedaron en sepulcral silencio.

Cuando viajó a entrevistarse con el Papa en Roma, pagó la estadía y demás gastos de viaje de su señora madre, con lo cual le tapó la bocota a la oposición que se relamía por armar escándalo con el entusiasta apoyo de la prensa mercantilista. Lo último: el sábado 23 de noviembre viajó con su cónyuge e hijos menores al Perú, en vuelo comercial, con pasajes y gastos pagados de su peculio, para acompañar a su hija Sofía en los Juegos Bolivarianos de Trujillo, donde obtuvo 2 medallas. Con esta muestra de delicadeza con el país, puso en aprietos al protocolo, pero su honestidad revolucionaria estuvo por encima de cualquier consideración diplomática.

Nos ha dado testimonio de su escrupuloso manejo de la cosa pública, que separa el ámbito de su gestión presidencial, que la desempeña al nivel de la excelencia, y el de sus actividades particulares que afronta con su peculio y solicitando licencia. Grata lección de delicadeza para sentirnos con la seguridad de un presidente con altos valores éticos y morales agregados a su brillante desempeño de estadista y académico reconocido en otras latitudes donde ha marcado con nitidez la identidad del Ecuador.

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