26 de julio de 2013. Celebramos hoy los 60 años del Asalto al Cuartel Moncada, planeado y dirigido por un apasionado joven de 23 años, Fidel Castro Ruz, hoy ausente de la conmemoración del hecho que le proyectó a la historia universal.
La veintena de periodistas extranjeros que acudimos a esta celebración encontramos una multitud ansiosa, pero cómodamente sentada en la enorme explanada del Moncada: diez mil hombres y mujeres de Santiago de Cuba, donde no faltan numerosos ancianos y niños que han llegado al borde de la madrugada, junto con un sol inclemente que nos azotará en toda la jornada, con 40 grados a la sombra. En los muros frontales del cuartel se conservan los impactos de bala producidos en el valeroso aunque fallido intento. Desde luego, el cuartel no es más un recinto militar, pues fue convertido en gigantesca escuela desde los primeros días del triunfo de la Revolución, 1 de enero de 1959.
En los muros frontales del cuartel se conservan los impactos de bala
producidos en el valeroso aunque fallido intentoPara la ocasión se han dado cita gobernantes de la ALBA, Unasur y Celac que, con su presencia, vienen a demostrar su fe integracionista, democrática y revolucionaria, a la vez que su condena al criminal bloqueo de más de medio siglo que mantiene el imperio como un dogal de púas para ahogar a Cuba. Comparten el calor de la fecha los presidentes de Uruguay, Venezuela, Bolivia, Nicaragua: José Mujica, Nicolás Maduro, Evo Morales y Daniel Ortega; los representantes de las pequeñas y numerosas naciones del Caribe. El Ecuador y su presidente están representados por el canciller Ricardo Patiño. Luego vienen los discursos de rigor y, en medio de ellos, danzas y canciones propias del espíritu cubano.
La primera alocución le corresponde a Pepe Mujica, como siempre campechano, profundo, original. “Esta es la Revolución de la dignidad y de los sueños”, expresa. “El Moncada fue un sueño. Solo es posible el mundo respetando los sueños. Si no los hubiera, todavía caminaríamos en taparrabos”. En su fervorosa oración, Evo Morales afirma que “la Revolución Cubana es la madre de todas las revoluciones de América y del mundo”. Maduro ratifica el camino latinoamericanista emprendido por Hugo Chávez, cuya mención es recibida por descargas de aplausos. Los representantes caribeños exaltan el ejemplo y el apoyo solidario de Cuba en medio del hostigamiento del imperio y sus socios que quieren hacer del mar Caribe una gigantesca base naval para sus guerras de conquista mundial. Cuando se anuncia a Ricardo Patiño y se menciona a Rafael Correa las aclamaciones de la muchedumbre son entusiastas. En su intervención destaca que “el imperio, campeón mundial del terrorismo, ataca a Cuba como terrorista, mientras la mantiene bloqueada por más de 50 años”.
El presidente Raúl Castro, actor fundamental de los hechos del Moncada, hace un detenido recuento de la historia de estos y de los logros alcanzados por la Revolución, destacando las obras y el espíritu con que el pueblo santiaguero enfrentó al devastador ciclón Sandy en octubre 2012, cuando vientos de más de 200 kilómetros azotaron la región durante cinco horas. Refiriéndose a las proyecciones del Moncada, señala que marcó el inicio de “la segunda y definitiva independencia de América Latina”.