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El Telégrafo

Del desorden a la cooperación

21 de noviembre de 2012

Los municipios fueron una parte central del andamiaje de la colonia española. Si bien ordenaban espacialmente las ciudades, con sus trazos también quebraron un modo antiguo de organización de los territorios que fueron conquistados y ocupados. En muchos casos desmontaron grandes muros de piedra de construcciones prehispánicas cuyos bloques fueron usados para obras edilicias coloniales. Luego, las ciudades crecieron a partir de los primeros lotes que fueron entregados a los poderes de la época.     

Los municipios tienen su historia. La creación de cantones en el transcurso de la historia del Ecuador fue muy curiosa. Poco a poco se formaron nuevos cantones hasta llegar al máximo actual de 221. Solo para tener una idea de este fenómeno durante la era republicana, basta poner unos ejemplos. En 1858 se crearon 29 cantones. En el período 1950-1962 fueron creados 18 cantones, de 1982 a 1990 nacieron 44 nuevos cantones y durante 1990 y 2001 fueron reconocidos 46 más. La pregunta que nos hacemos es: ¿cuál fue la razón que movió a una multiplicación tan rápida de la cantonización en el país?

En las dos últimas décadas mencionadas -años 80 y 90-, los municipios fueron presa de la irresponsabilidad y de las lógicas clientelares de los gobiernos de turno, cuya práctica llevó a la creación desordenada de municipios en todo el país.  Más de la mitad de los municipios creados en esas dos décadas no cumplían con los requisitos legales para constituirse en un nuevo nivel de gobierno: tener 50.000 habitantes por cantón.

El crecimiento anárquico de las ciudades exigió a los municipios dotar de servicios públicos de manera improvisada, como ha sido el caso de las ocupaciones y construcciones ilegales cuya población ha exigido la atención municipal. Las intervenciones de los municipios fueron dispersas y carentes de planificación, pues solo respondían a los requerimientos inmediatos de los pobladores y “hacían de todo un poco”. Esto abonó el terreno para el fortalecimiento político de los caciques locales.

Bajo esta “costumbre” y modalidad el Congreso se convirtió en uno de los espacios más importantes para la “negociación” de obras y partidas, donde tantas veces la corrupción estuvo sentada a la mesa como invitada de honor. El desafío actual de los gobiernos municipales ya no es suplir las deficiencias y la ausencia del Estado central, sino ejercer sus competencias exclusivas de manera eficiente, para generar complementariedad, coordinación, solidaridad y unidad con los distintos niveles de gobierno. Esta es una gran diferencia entre el presente y el pasado del Ecuador. Lo demás quedará solo registrado en el penoso anecdotario de lo que se vivió en el viejo país.

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