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El Telégrafo

Defendamos la paz

16 de febrero de 2012

Entre los años 1945 y 1989, el mundo experimentó un cierto estado de confraternidad entre las naciones, patrocinado no solo por el fin de la Segunda Guerra Mundial, sino también por el desarrollo de las tecnologías de la información, que evolucionaron a lo que conocemos hoy como  Internet. Sin duda alguna, la generación de hombres que nacimos luego de los años del holocausto judío, la guerra fría y después de esta, se la puede llamar como la generación de la paz. Fuimos educados con sólidos valores morales, buenas costumbres y ética en el desempeño de nuestros roles sociales, para vivir en un mundo más civilizado.

Los problemas para esta generación de la paz vienen dados porque aún prevalecen ideologías políticas caducas, prácticas estatales invasivas y potencialmente dañinas para la democracia, sistemas económicos excluyentes y la marginación tecnológica que sufrimos los ciudadanos por la privatización excesiva de la misma, así como el atentado de los sectores poderosos del comercio internacional, contra la libertad de Internet, que propone limitar con leyes este sistema que nos ha hecho tanto bien. Sin embargo, es quizá el mayor peligro actual el retroceso que está significando no conocer nuestro pasado que está a punto de repetirse, tal como lo sostenía el filósofo italiano Juan Vico, en su doctrina de los “cursos y recursos”, y cuyas consecuencias probablemente sean más destructivas para la humanidad.

Vimos a partir de 2008 los efectos de la crisis económica mundial y, a continuación, la movilización de miles de personas en torno a movimientos sociales como los “Indignados”, las “primaveras rusas y árabes”, tal cual pasó en los años posteriores al derrumbe de la bolsa de Nueva York. Es todo esto lo que me preocupa, la repetición de una horma en el comportamiento histórico de nuestra especie es común, pero debemos detenerlo. Mi preocupación radica en los problemas en el estrecho de Ormuz, la aventura neocolonialista del Reino Unido en las Malvinas argentinas y la respuesta estadounidense de que están listos para defenderse de Irán, además del intento extremista de aprobar las leyes SOPA y PIPA, la permanencia de los pensamientos de derecha e izquierda esperando radicalizarse en cualquier momento y la despreocupación de las nuevas generaciones por el quehacer político.

Debemos seguir siendo la generación de la paz, solamente hay que adaptar muestras de conductas a la moral, exigir a nuestros líderes que dejen atrás los viejos modelos ideológicos y económicos, y por el contrario, caminen hacia la inclusión social, económica y política, como lo está haciendo en Brasil el economista español Ramón Tamames, con su modelo de integración mundial y el camino hacia una moneda única. Cualquiera que sea la solución para detener nuestra autodestrucción, hay que empezar ahora, porque es nuestro compromiso, con la sostenibilidad de la paz global, edificar sociedades más equitativas y solidarias.

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