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El Telégrafo

Defendamos el espectáculo del fútbol en el campeonato local

01 de febrero de 2012

La función está por empezar, falta muy poco para dar el puntapié inicial, y con él se pondrá en marcha la quincuagésima quinta edición del Campeonato Nacional de Fútbol.

Este viernes en horas de la noche el “Ídolo” ambateño, Macará, y el último campeón D. Quito empezarán a escribir un nuevo capítulo en el fútbol nacional. El deseo de todos quienes de una u otra manera estamos cerca del torneo, es que más allá de quien levante el trofeo de campeón a fin de año, el espectáculo que se brinde en todos los estadios del país sea el mejor y justifique el membrete de primera división.

Hago votos porque el torneo que está por empezar llene las expectativas de los aficionados y que el interés que despierte se traduzca en asistencias importantes, que los estadios registren la presencia masiva de los hinchas, ya que al fin de cuentas, la razón de ser del espectáculo es el público.

Esperamos que los directores técnicos apuesten por el fútbol ofensivo, por cuidar e incrementar el nivel del torneo, que pongan en práctica la prédica que diariamente mantienen y no se reduzca a un simple discurso. El aficionado exige y tiene derecho a un espectáculo de primera división.

Papel fundamental en este aspecto, tienen los protagonistas, los jugadores, que son los auténticos artistas, artistas del balón, que tienen la obligación y la responsabilidad de garantizar el espectáculo.

El hincha paga una entrada para presenciar un partido de fútbol, con profesionales de verdad, que dejan su mayor esfuerzo en el terreno de juego.

Así es como deberíamos entender el fútbol, con absoluto respeto por la pelota y por el “cliente”, que lo que busca es el espectáculo como tal, y no transformar el terreno de juego en un campo de batalla, donde en muchas ocasiones, lamentablemente, prevalecen las agresiones y los puntapiés, ya que se concede mayor importancia al resultado, validando aquello de que el fin justifica los medios, sin tomar en consideración la esencia del fútbol, que es jugar, divertirse y divertir a los demás.

Desde esta columna hago un llamado para que todos defendamos el fútbol espectáculo, que nos cobijemos con la bandera del buen juego, ya que es la única y simple manera de convocar al aficionado, es la mejor invitación para llenar los estadios. El compromiso es de todos, se requieren dirigentes que sean verdaderos apóstoles del juego limpio, que se comprometan a respetar y hacer cumplir el reglamento y no buscar en éste, algún resquicio para sacar ventaja.

Que entrenadores y jugadores se esmeren por cumplir con su labor, priorizando el espectáculo. Es cierto que el fútbol ha evolucionado, las exigencias de un profesionalismo han direccionado al feroz y voraz mundo del mercantilismo, que ha llevado a perder de vista la pureza del juego y la belleza de éste.

Los árbitros tienen también en este reparto de responsabilidades enorme importancia. En cuántas ocasiones un mal arbitraje ha echado abajo un partido de fútbol. Requerimos de árbitros comprometidos con la honradez, gente con capacidad, conocimientos y personalidad para aplicar las 17 reglas del fútbol, sin otro compromiso que no sea responder a su envestidura.

Se puede justificar que un árbitro se equivoque porque no vio, porque no escuchó o porque finalmente desconoce el reglamento, pero aquel que se equivoca de mala fe, que intencionadamente juega con el interés y el sueño de los demás, le vale mejor no haber nacido.

El hincha es base fundamental, la razón del espectáculo es el aficionado, sin su presencia no hay razón de ser.

Estadios llenos, con hinchas que alientan, capaces de generar ese sentimiento de respaldo que lleva las emociones al límite, que transforman en fiesta multicolor las celebraciones, el hincha que sabe por igual disfrutar el sabor de la victoria y aceptar el desencanto de un revés, ese es el hincha que queremos en nuestros estadios.

No permitamos ni abramos espacios para los violentos, una negativa rotunda para los delincuentes disfrazados de hinchas, ellos son la peste del fútbol y terminan estropeándolo todo.

La prensa desde su andarivel, también debe aportar para mejorar el nivel del espectáculo. Sin otro compromiso que no sea la verdad, generando una opinión exigente, sin temor ni compromiso, enmarcada en la objetividad y verdad, observando permanentemente los códigos de ética.

Velar por el espectáculo, convirtiéndose en portavoces de las inquietudes y requerimientos de los buenos hinchas. Desterrar el regionalismo y mantener una independencia en el momento de asumir la responsabilidad de orientar a la opinión pública.

Si todos nos esforzamos por hacer correctamente nuestro papel, si cada uno de los actores de este inigualable y maravilloso espectáculo cumplimos con nuestro objetivo, si dirigentes, técnicos, jugadores, hinchas y periodistas cerramos el círculo en el mismo rumbo, estoy seguro de que podremos disfrutar del espectáculo del fútbol, en su verdadera dimensión.

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