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El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

De víctimas a perpetradores

06 de agosto de 2014

Atónita, perpleja, dolida e impotente, gran parte de la población mundial mira cómo el Ejército sionista ceba su odio sobre la población civil de la Franja de Gaza. Estremecedoras imágenes de escuelas y hospitales destruidos, de mujeres y hombres dolientes y aterrorizados, de niños asesinados, hieren la conciencia de casi toda la gente de buena voluntad.

Muchos no habíamos nacido todavía cuando algo similar ocurrió con las personas de origen hebreo que vivían en Europa en aquel entonces. Igual, atónito, perplejo, dolido e impotente, el planeta se horrorizaba ante los extremos de crueldad a los que llegaron los nazis con este sector de la población. Todas estas atrocidades han sido bien difundidas (tal vez demasiado) por la literatura y el cine.

Sin embargo, al victimar de tal manera al pueblo hebreo, los nazis no solamente crearon ese holocausto, sino muchos otros. Pues el Gobierno y el Ejército de Israel se amparan en el Holocausto del siglo pasado para justificar el horror de sus acciones contra la inocente gente palestina que sufre, al igual que millones de judíos europeos, la brutalidad ajena.

En un programa radiofónico, el embajador de Israel en Ecuador afirmó que lo único que hace su país en este momento es ‘defenderse’. Recordó que cuando Hitler amenazó con exterminar a los hebreos debido al ‘peligro’ que él creía que representaban para Europa, no se lo tomó muy en serio, y entonces pasó lo que pasó.

Por ese motivo, ahora se toman muy en serio las amenazas de Hamás y arremeten sin piedad contra esa sufridísima población civil, conformada -en una gran parte- por ancianos, pescadores, mujeres y niños indefensos. Me pregunto: dentro de unos años, de unas décadas, quizás de un siglo o más… ¿a dónde se desplazará la excusa de la defensa de un pueblo para exterminar con diabólica crueldad a otro indefenso?

En todo el mundo, muchas personas, no solamente pro-Palestina, sino incluso de origen hebreo que ven más allá de la mezquindad de unos pequeños intereses o de una paranoia de víctima entronizada en un oscuro dolor de tiempos pasados, comprenden el mecanismo y se manifiestan de diversas formas contra la brutal masacre y sus consecuencias.

Pero a quienes tienen la sartén por el mango, como siempre, les importa un comino no solamente el llanto y el dolor de tantos inocentes, sino también las nefastas consecuencias que esto puede traer en el futuro. Pues está visto que cuando las víctimas se convierten en perpetradores, superan en mucho a sus antiguos verdugos.

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