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El Telégrafo

De taitas & mamas

05 de abril de 2013

Por primera vez se reúne en una colección el patrimonio sonoro de seis leyendas vivas de la música nacional. Por primera vez se trabaja de modo integral en la recuperación y preservación de canciones, ritmos, géneros y voces; así como en documentar a través de un video, un libro y fotografías todo el proceso creativo y el entorno de los seis artistas.

Y, además, se les ha proporcionado tratamiento y atención médica permanente. Es el proyecto De Taitas & Mamas, que ejecuta el Ministerio Coordinador de Patrimonio y que incluye a Papá Roncón y Don Naza, de Esmeraldas; Las tres Marías, de Imbabura; Mariano Palacios, de Manabí; Julián Tucumbi, de Cotopaxi; y Mishqui Chullumbu, de la Amazonía.

La iniciativa nació del productor, arreglista y compositor Ivis Flies, quien hace casi diez años inició el proceso de acercamiento a la música afroecuatoriana y, en particular, a Don Naza (Segundo Nazareno), con quien estableció una relación de hermandad, al punto de que logró darle atención médica, pues Don Naza tenía un grave problema de salud. Así nació el proyecto y la necesidad de preservar esas canciones y también darles, al menos al final de sus años, una vida digna.

Todos recordamos, con dolor e indignación, lo que sucedió con Milton Tadeo, quien a pesar de ser autor de emblemáticos temas que son coreados por todos nosotros, murió en la más cruel indigencia. El Estado llegó tarde, apenas a solventar los gastos del sepelio y a darles una casa a sus hijos. Sin embargo, cuatro años más tarde, la situación de nuestros artistas mayores no ha cambiado mucho. Algunos deben padecer los mismos males; no tienen acceso a la seguridad social y peor a sus derechos autorales.  

De ahí también la importancia de De Taitas & Mamas, que puede servir como punta de lanza para la generación de políticas públicas para el sector de la música. Sabemos todos que resolver los graves problemas de la industria musical es complejo y difícil. Ecuador sigue siendo uno de los países con más altos índices de piratería y, lo que es peor, no hay legislación que reconozca la existencia del creador. El Estado solo reconoce a proveedores, y los artistas reciben el mismo trato que cualquier otro contratista que hace aceras, bordillos y carreteras. No hay aún un sistema de circulación y distribución de bienes culturales y, para colmo, la Ley de Cultura sigue durmiendo el sueño de los más injustos.     

Los 36 mil discos de la colección circularán a través de los diarios El Telégrafo y El Comercio, y el producto de su venta irá directamente a los seis creadores y un pequeño porcentaje servirá para dar sostenibilidad a este proyecto que, sin duda, contribuye a preservar para el Ecuador nuestro patrimonio sonoro y, al mismo tiempo, permite garantizar, como manda la Constitución, una vida digna para nuestros artistas y creadores. Sin embargo, para que la situación cambie de un modo radical y definitivo, en el nuevo período presidencial deberá hacerse realidad, al fin, el objetivo 23 del Plan de Gobierno: la Revolución Cultural.

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