Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

De qué se trata

03 de septiembre de 2013

Una amiga me llama por un asunto urgente: necesita que le ayude a cobrar unos honorarios por un trabajo realizado para una entidad pública. Le pregunto de qué se trata, por qué no puede cobrar ella misma. Dice que por una emergencia médica familiar no leyó el correo electrónico de notificación de pago el día preciso que llegó y que al producirse ese retraso en la institución le dijeron que ya no podía cobrar ella, que había sido eliminada de la nómina por no contestar a tiempo, que debía “abrir y crear una nueva carpeta” para poder recibir sus honorarios, pero que ya no podía ser con su nombre, ni con sus documentos, ni con sus datos, porque ella, como tal, ya había sido eliminada por su impuntualidad en el cobro… o algo así. Eso entendí de todo ese galimatías. Si hubiera accedido a ayudarle, me habrían tocado varios días de trámites. No podía. Pero el tema no es ese.

¿Nuestras buenas intenciones serán asesinadas por un exceso de filtros y procedimientos cuya única intención parece ser complicarnos la vida?Mi amiga tenía todos sus papeles en orden, solo se había retrasado dos días en el cobro. Entonces la pregunta que brota es: ¿por qué? Aparte de un rechazo natural a todo lo que significa trámites y derivados, me tengo que preguntar cuál era el problema en poder pagarle dos, tres, cuatro días, una semana, dos meses más tarde, si había entregado ya la tarea para la que la contrataron y tenía todos sus papeles en regla. ¿Por qué se veía obligada a hacer algo de dudosa legalidad, como es una suplantación de identidad, para poder cobrar por vía normal lo que en justicia le correspondía?

Una de las excusas que se suelen dar a este tipo de situaciones es que los “sistemas” (entiendo que informáticos) no aceptan determinadas situaciones si se exceden ciertos plazos, pero vuelvo a preguntar: ¿quiénes programan los tales sistemas? ¿No se puede realizar una programación que permita que se admitan cobros retrasados, entre otras irregularidades involuntarias que pueden darse en este tipo de situaciones?

Comprendo que por razones de registro y seguridad es necesario controlar hasta cierto punto este tipo de situaciones, pero por otro lado recuerdo con nostalgia cuando las cosas se reducían a presentar una documentación mínima, firmar un contrato, realizar una tarea, presentar una factura y recibir un pago. Me pregunto, mientras esa misma nostalgia se va tiñendo de indignación: ¿es tan difícil simplificar las cosas? ¿O nuestras excelentes intenciones serán asesinadas por  un exceso de filtros y procedimientos  cuya  única intención parece ser querer complicarnos la vida a niveles inimaginables?

Contenido externo patrocinado