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El Telégrafo

De neoliberales a neoecologistas

26 de agosto de 2013

Contradiciendo a la naturaleza, los neoliberales que no pierden oportunidad para aglutinarse y acceder a los medios de comunicación comerciales, para mentir y lanzar dardos perversos contra el proceso revolucionario, de amarillos se convirtieron en verdes.

Guardaron sepulcral silencio cuando el dueto fatídico Texaco-Chevron devastó la Amazonía y hasta hoy ni una palabra para apoyar la causa de los afectados por Chevron que amplió su agresión a todo el país.

Ahora los Acosta, los Lasso, los Lucios, no tienen empacho en propalar la mentira de que el régimen ha recibido 150 mil millones de dólares y que nada ha hecho para rescatar al pueblo de la pobreza: entonces no vieron las escuelas y colegios que se construyeron, las becas, alfabetización, incorporación de maestros, las carreteras y aeropuertos, las UPC, personal policial y equipamiento para seguridad; en fin, todo lo que el pueblo ha sentido como beneficio, satisfacción que se manifiesta con el respaldo electoral para la reelección y copar la mayoría en la Asamblea.

Esos grupúsculos que carecen de respaldo ciudadano han politizado y partidarizado la reacción ante la soberana decisión presidencial de agotar las once postergaciones para optar por el Plan B de la iniciativa Yasuní-ITT, ante la imposibilidad de perseverar con el Plan A, y se lanzan a atraer y atrapar a los jóvenes tratando de depositar en ellos la responsabilidad de provocar protestas beligerantes.

Nunca se ocultó en qué consistía el Plan B y sin embargo a los “sabios de la Grecia” (sapos criollos) no se les oyó.

Los jóvenes no se van a dejar embaucar porque reconocen que la Revolución Ciudadana está cambiando una sociedad que tuvo gobiernos que permitieron o fomentaron la marginalidad, las injusticias y la exclusión.

Los jóvenes fueron, fuimos y serán revolucionarios dispuestos a luchar por la justicia social: Bolívar a los 22 años hizo su juramento en el Monte Sacro; Martí entró a la cárcel a los 17 años; Alfaro a los 22 años ya participa en un alzamiento en El Colorado; Allende a los 20 años ya era un luchador socialista; Fidel a los 20 años combatía la dictadura desde la universidad y a los 27 asaltaba el Moncada.

Los jóvenes ecuatorianos no se dejarán utilizar como “carne de cañón” de quienes carecen de autoridad moral cuando sus ataques los basan en mentiras, calumnias y tonterías.

Los jóvenes sabrán distinguir cómo los neoliberales se mimetizan para vestirse de verde y fungir de neoecologistas, sin poder ocultar su verdadera identidad.

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