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El Telégrafo

De médicos y responsabilidades

25 de octubre de 2013

Leí  una comparación entre el Art. 138 del Código Orgánico Integral Penal (donde se sanciona la mala práctica profesional) y la Ley de Comunicación. Era un vía crucis lingüístico que ponía bajo el mismo azote institucional a los periodistas (silenciados por el poder, como a menudo nos recuerdan) y a los médicos. Es, digamos, una respuesta al nuevo carácter muchas veces altamente punitivo de las reformas legales. O puede ser la respuesta a una propuesta de institucionalización que genera un conflicto con los sectores profesionales que han podido funcionar sin ningún tipo de regulación, ética o legal.

Debemos dejar de lado, o por lo menos dejar de generalizar, ese discurso limitado de una búsqueda por criminalizar a todo el mundoLas complejidades dentro de la profesión médica van más allá de la dicotomía entre la vida y la muerte, la salud o la enfermedad. Y bajo ese precepto, es importante entender que una ley que busca penalizar la mala práctica médica debe tener en cuenta esas complejidades. El homicidio culposo, entendido legalmente como el acto que genera la muerte obrando con culpa (sin dolo o intencionalidad) pero con negligencia, como norma jurídica para sancionar la mala práctica profesional no recoge todas las complejidades, pero sí responde a una necesidad social. Responde a repartir responsabilidades. Responde a una historia nacional plagada de impunidad.

Es decir, los médicos, al igual que cualquier profesional, no pueden huir a la responsabilidad inherente a su trabajo. Es una responsabilidad muchas veces esquiva para quienes no estamos diariamente en contacto con la fragilidad humana, pero que debe ser asumida. Así como la responsabilidad y la negligencia que pueden nacer de cualquier otra actividad (porque debemos recordar que el artículo habla sobre la mala práctica profesional, y no únicamente sobre la mala práctica médica).

Debemos dejar de lado, o por lo menos dejar de generalizar, ese discurso limitado de una búsqueda por criminalizar a todo el mundo. La negligencia médica, así como otro tipo de negligencias, son una realidad. Y una que ha quedado mayormente impune. Deberá existir un reglamento más exhaustivo para regular la mala práctica médica, pero desechar por completo la ley por pensar que es atentatoria contra la profesión médica es olvidar que exigir mayor profesionalismo no puede ser motivo de rechazo. Así como, desde la sociedad y el Estado, hemos entronizado la profesión médica, es también deber de la sociedad y Estado marcar parámetros para garantizar que se mantengan los estándares más altos en la profesión. En todas las profesiones.

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