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El Telégrafo

De los senos de Angelina al sexo oral de Michael

14 de junio de 2013

El mundo se quedó atónito. Nadie lo podía creer. En Ecuador igual. Y empezaron las interpretaciones y los sesudos análisis.  Todos comenzaron a hablar de la mastectomía de sus dos senos que se practicó Angelina Jolie para prevenir el cáncer. Uno de los íconos sexuales se quedaba sin senos. Su figura escultural cambiaba súbitamente y mientras casi todas las mujeres, obligadas por la apabullante sociedad del consumo que vende e impone modelos de belleza, se realizan implantes para embellecer (agrandar) sus senos, Angelina se los extirpaba. El morbo acabó cuando Angelina apareció tan campante.   

Pero cuando aún no había terminado el caso Angelina, surgió el de Michael Douglas y los titulares poblaron las páginas de los diarios: “El sexo oral me provocó cáncer de garganta”. ¡Plop!  Todos creían que había sido el tabaco, pero no. Era el famoso “cunnilingus”. No importó que, de inmediato, el propio actor lo desmintiera. Ya la tinta corrió en todos los medios del mundo.

De un día para el otro, todos hablando de sexo. Los medios, sin salir de la sorpresa, apenas atinaban a decir algo. Algunos optaron por llamar a especialistas, no en sexo oral, sino a médicos que tratan el cáncer. Así por ejemplo, el Dr. Yépez, en GamaTV, aseguraba a Valeria Mena que sí, que el papiloma humano puede causar el cáncer. Y realizó una declaración que dejó, literalmente, con la boca abierta y ruborizada a la presentadora: “Los adolescentes, a los 11 años, ya empiezan a practicar el sexo oral; es una práctica muy común y normal”.  Sin atinar a decir palabra, apenas dejó que el médico continúe: “La clave es la detección temprana; si es así, tiene bajos índices de mortandad”.  

La sorpresa de la presentadora Mena revela que el sexo sigue siendo un tabú. Y en este sentido estos dos hechos han contribuido a que, por lo menos, se hable de sexualidad. En muchos casos, aún en voz baja, con recelo, con temor. Y con ignorancia. Por ello, es importante que los adolescentes puedan ejercer con responsabilidad su sexualidad. Y para ello hay que generar espacios de conocimiento, en la familia y en el colegio. Pero también en los medios de comunicación.

Pero hay más, inmediatamente surgió otro hecho: un video que empezó a circular en las redes sociales mostraba a dos alumnos de un colegio guayaquileño bailando un “perreo”. Y, ¡oh, escándalo! Esos mismos medios, que todos los días promueven programas con esos mismos bailes, ahora se rasgan las vestiduras y exigen se “investigue” y se “sancione”. Y lo que es peor, un reportero (Henry Avelino) tilda de “terrible” al video y agradece (sic) a un grupo de evangélicos que acudió a las puertas del colegio a repartir biblias. ¡Plop!

Que no nos quiten el disfrute y el gozo de nuestros cuerpos. Que nuestra sexualidad la ejerzamos siempre
con responsabilidad. Que estos casos nos sirvan para hablar sin hipocresía y sin prejuicios de sexualidad, de amor, de placer.

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