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El Telégrafo

De la identidad latinoamericana

25 de enero de 2014

Los europeos creían que debían civilizarnos, pues “el espíritu civilizado consideraba que era justo y provechoso que unos pueblos mandaran y que los bárbaros obedecieran”. Pero Vilfredo Pareto y otros plantearon que los bárbaros eran ellos, pues “la barbarie no hace sino continuar la idea de Aristóteles de que la servidumbre es natural”, como dice Miguel Rojas Mix, en  Los cien nombres de América.

Continuando con las citas de este recomendable libro, es interesante anotar las dificultades que nuestros pueblos tuvieron para adquirir su identidad. Escritores españoles del siglo XX decían, como José María Pemán, que “los españoles fueron al nuevo mundo, donde encontraron una raza inferior”, e incluso Ortega y Gasset que “los indígenas… inferiores por su cultura a los colonizadores”, o Menéndez y Pelayo que “los negros de República Dominicana eran refractarios a la civilización”, y, en general, que el nuestro era un “tropicalismo” ecuatorial, pues “las grandes civilizaciones solo nacen en climas templados”. Y el propio José Ingenieros en El hombre mediocre aseguraba que “los negros están más próximos de los monos antropoides que de los blancos civilizados”.

Rojas dice que “para construir la burguesía nacional (desde el siglo XIX) los mexicanos pensaron en los mestizos, mientras los argentinos en los migrantes europeos”. Pero la identidad tenía que establecerse con los pueblos de indios, negros y mestizos, aunque muchos, incluso de los nuestros, creían que éramos un “pueblo enfermo”. Para el boliviano Alcides Arguedas, la enfermedad era el “acholamiento” que impedía el progreso, sus vicios el alcoholismo y la pereza, como “inclinaciones”. Y decía que “hemos nacido enfermos (por la mezcla) y nuestro colapso total puede ser seguro”. Hostos, de Perú, defendía la mezcla y emancipación, para “curarle del coloniaje despótico”, y Chile “estaba orgullosa de su indio (araucano) en cuanto emblema nacional”, pero “eso no quiere decir que se lo dejase entrar en la casa”.

Para Rojas, “las raíces de la identidad están en el futuro (…) solo podemos juzgar la identidad a partir del proyecto… comunitario y democrático, (la nuestra) es una sociedad indo hispano afro asio euro americana, ‘todo mezclado’ como dice el poeta Nicolás Guillén”. Por eso “la integración es indispensable”, “la identidad no es un problema de elección (sino) de creación”.   

Efectivamente, no debemos buscar las raíces solo en el pasado, sino en el presente, y construirla, día a día, mirando hacia el futuro.

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