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El Telégrafo

De la crisálida arcaica

04 de enero de 2013

Debo confesar que engroso la larga y abultada lista de ecuatorianos que esperamos una amenaza coactiva para poner nuestros papeles en regla. Mi licencia estuvo expirada por casi dos años. Ya estaba acostumbrado a caminar. Entonces llegó uno de esos rumores que nacen de noticias mal entendidas y peor redactadas, basadas en no sé qué anuncio del dicen por ahí que después dos años de caducada la licencia debemos repetir los cursos de manejo. Ahora tengo licencia. Pero esa fue una experiencia agradable. La atención fue rápida, cordial y moderna (a excepción de la “máquina fotográfica” que al parecer solo puede sacar en pares las fotos).

Pero hay de las otras. Tuve la interesante tarea de ir el último día a pagar la Patente Municipal en Quito. Entiendo que sea un tributo común entre los municipios; no entiendo, sin embargo, cuál es el razonamiento para cobrar el doble por “actividades educativas” que por “otros”. Pero eso es tema de otro artículo. Lo que me llamó la atención es la cantidad de gente aglomerada por sacar el famoso “turno”, una especie de lotería administrativa donde todo vale, haciendo fila desde la madrugada, sufriendo el frío destemplado de Quito, seguido de su mismo sol calcinante. La cultura del “me guarda el puesto” y un fetichismo por las filas.

Ya con la gloria de un turno en mano, es la corredera por los formularios y las copias, las benditas copias, y bienvenido al país del “si no tiene suelto, no hay servicio”. Finalmente, ya sentado ojeando el periódico institucional comienza el cuchicheo mundano. Es una larga lista de las cosas que están mal con, en este caso, el Municipio, y lo terriblemente lenta de la atención y lo congestionada que se encuentra esta oficina. Resulta que la persona en cuestión había regresado por segunda vez: el día anterior, después de la madrugada respectiva, le dijeron los papeles que debía traer y que, por consiguiente, recién tenía que ir a sacar.

Entonces uno piensa en la información completa y poco ambigua que se encuentra en al portal web del Municipio. Uno piensa en la accesibilidad que uno tiene a ciertos documentos desde la propia red (como eran los documentos que necesitaba el señor). También piensas que si hay tanta gente es porque, precisamente, no fuimos capaces de hacer el trámite en los plazos determinados. Piensas en las serias limitaciones idiosincráticas que han calado en nuestra cultura como un rezago de un Estado históricamente ausente y deficiente. Piensas en una estructura que puede ser revolucionada, liberada o comprada (según el candidato), pero que necesita  individuos que salgan de esa crisálida arcaica del país del más vivo, del más “quejón”, del último día lo hago.

Bordeábamos enero y el señor injuriaba las colas para obtener la matrícula del carro.

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