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El Telégrafo

DD.HH., interés mercantil y diplomacia yanqui

03 de julio de 2013

De cuando en cuando aparecen personajes que concitan la atención mundial. Uno ha sido Julian Assange, quien, en pleno ejercicio de su derecho a la libre expresión, difundió miles y miles de cables relacionados con el espionaje de EE.UU. hacia nuestros países. Con ellos, una vez más, se demostró la perversidad de su política internacional, de agresión a los pueblos, conspiraciones contra gobiernos y países que no responden a sus intereses, presiones, chantajes, infiltraciones, invasiones y guerras, hasta llegar a la masacre de pueblos enteros.

En Ecuador hubo repercusiones y causó la expulsión de la embajadora, concitó polémicas y la derecha sumisa, como siempre, reclamó por el “atrevimiento”. Olvidaron que hasta Otto Arosemena, de sus filas, operó de igual forma. Se ha recordado  a otro exagente de la CIA, Philip Agee, que denunció toda la práctica de espionaje, conspiración y asedio, que terminó con el golpe de Estado contra Carlos Julio Arosemena y la imposición, en julio de 1963, de la dictadura militar pro yanqui.

El pedido de asilo del extécnico  de la NSA Edward Snowden, que denunció la labor de espionaje de EE.UU. a sus propios ciudadanos y su permanente labor de zapa, a título de combatir el terrorismo, contra la humanidad progresista, nos vuelve a la vieja historia. La oligarquía y sus exmomias cocteleras expresan histéricas su entreguismo y hablan desde los tecnicismos de la diplomacia hasta del miedo a las reacciones del amo. Salta a la  vista el servilismo y la obsecuencia, así como los peligros de la vieja práctica de chantajes y control, llámese Atpdea  -vinculado al tráfico de drogas- o SGP para estimular la producción y venta de bienes de interés de EE.UU.

El Gobierno ha reiterado con firmeza que el país, en forma soberana y digna, defiende los principios del derecho público internacional, autodeterminación de los pueblos, no intervención en los asuntos internos de los Estados y solución pacífica a los conflictos, justo lo que dicho país no practica, irrespeta y contradice con su vieja práctica intervencionista, como ha sido a lo largo de la historia de América Latina y el mundo. Lo es con el Plan Colombia, con el cual se entrometen en el conflicto interno de ese país, lo que provocó que las trincas de Ecuador, con Mahuad, les cediera la base militar de Manta, con el pretexto de combatir el narcotráfico hacia su país, el mayor consumidor de drogas del planeta.  

El Gobierno, en consecuencia con su política de dignidad nacional y soberana, identificado con la defensa de los derechos humanos, reiteró su posición y no acepta trocarla con el interés mercantil de reducidos sectores, por lo que de manera unilateral e irrevocable renunció a los pírricos beneficios del  Atpdea y anunció que el pedido de asilo, de formalizarse, lo analizará responsablemente, al margen de amenazas y presiones.

La orientación es clara: interés nacional, soberanía, dignidad y derechos humanos, frente al interés comercial, chantajes, amenazas e intromisión yanqui, utilizando -como siempre- el poder mediático nacional e internacional, y las ONG financiadas por el  imperio.

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