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El Telégrafo

Cumbre China-EE.UU.

13 de junio de 2013

La cumbre de presidentes celebrada el fin de semana pasado, entre Xi Jinping y Obama, sentó las bases de un nuevo marco de relación de las dos grandes potencias mundiales cuyos gobiernos tienen en sus manos el futuro de la geopolítica planetaria de este siglo.

El encuentro bilateral se llevó a cabo en una suntuosa propiedad llamada Rancho Mirage, situada en pleno desierto del sur de California, donde la temperatura en esta época del año sobrepasa los 40 grados, con un calor sofocante que contrastó con la voluntad de enfriar tensiones y tender puentes, mostrada por los dos mandatarios.

En esta cumbre amistosa se escenificó una vuelta a la bipolaridad en un mundo multilateral donde los dos Estados sobresalen por encima del resto, como ya ocurriera durante la Guerra Fría, si bien ahora es China y no la URSS la que ejerce de contrapeso a EE.UU.

Xi Jinping se encargó de manifestar la trascendencia de la cita, que comparó con la visita de Richard Nixon a su país en 1972 y que supuso la normalización de las relaciones entre ambos países.

En el trasfondo de esta cumbre se esperaba poner los medios para que la relación entre los gobiernos no se deteriore innecesariamente por rivalidades estratégicas y establecer una vía fluida de comunicación entre los respectivos mandos militares. Una idea que revive el concepto del teléfono rojo con Moscú.

Estados Unidos y China navegaban en “aguas turbulentas” cuando abordaron el polémico tema de la ciberseguridad, luego de la ronda inicial de conversaciones entre los dos jefes de Estado. Tanto Obama como Xi evitaron acusarse directamente de ciberespionaje. “No tenemos la clase de protocolos como en los temas militares y de armamentos, donde las naciones tienen mucha experiencia en tratar de negociar lo que es aceptable y lo que no”, dijo Obama en la conferencia de prensa efectuada después de dicha reunión.

Una visión que tienen algunas personas en Estados Unidos y China es que un poder en alza y un poder establecido no pueden negociar acuerdos económicos y políticos porque están destinados al conflicto de alguna forma.  

Sin embargo, varios medios de comunicación estadounidenses describieron la relajada cumbre en California como una oportunidad para que Obama y Xi sostengan conversaciones muy francas y sensatas sobre muchos temas que definen la relación entre sus naciones.

Recordemos que China, con su modelo socialista muy peculiar, ha sido por muchos años el primer destino de inversión extranjera mundial.

Sin lugar a dudas, los países de nuestra región deberíamos observar el consenso de Beijing y dejar a un lado el de Washington, para emular el manejo acertado de la economía china, que ha sacado de la extrema pobreza a 680 millones de chinos entre los años 1981 y 2000, reduciendo la miseria de un 84% en el año 1980 a tan solo un 10% en la actualidad.

Parecería que Deng Xiaoping y su famosa frase: “No importa que el gato sea blanco o negro, mientras pueda cazar ratones”, ha dado muy buenos resultados.

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