Publicidad

Ecuador, 24 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Cuidar lo que es de todos

05 de diciembre de 2012

Vivo en la salida norte de Quito. La semana pasada se colocaron nuevos semáforos: pequeños, de pedestal negro, se podía decir que estaban elegantes, con sus semáforos peatonales, además. No es que haya sido la gran cosa, pero más visibles y funcionales que los de antes.

Poco nos duró el gusto. La renovación no tenía dos días de edad cuando alguien se llevó por delante uno de los semáforos de un pequeño intercambiador unos cuantos metros al sur del intercambiador de Carcelén. Ahí mismo nos topamos con el semáforo destrozado y el poste negro tendido por el suelo.

Parecería una trivialidad, un hecho aislado en el contexto político y social de nuestra ciudad, de nuestro país; pero la vista de ese poste retorcido sobre la vía me llevó a pensar en la naturaleza humana y sus insospechadas e impredecibles variantes. ¿Quién sería el anónimo destructor? ¿A qué velocidad estaría viajando? ¿Se encontraría en estado de ebriedad, de cansancio incontrolable, bajo el influjo de alguna sustancia prohibida? ¿O sería simplemente una de tantas personas que conducen descuidadamente por la ciudad y sus alrededores sin necesitar de ninguna circunstancia fuera de lugar para ejercer su “derecho” a la destrucción sin ton ni son?

Y se puede mirar también este suceso como una metáfora de lo que pasa en el día a día del país: se van poniendo poco a poco los pequeños nuevos semáforos que marcan un reordenamiento en las instituciones, en la vida pública y en la vida cotidiana de la comunidad y las personas, pero no falta quien arremete contra ellas, por motivos más o menos “válidos”, más o menos viscerales. Como el conductor que, desaprensivamente, se da contra un semáforo nuevo, embriagado de poder, obnubilado por cualquier tipo de ambición o resentimiento, en busca de una vía sin semáforos por la cual transitar como por la tierra de nadie que antes fuimos…

Nos cuesta tanto cuidar lo que es de todos, valorar lo que se ha hecho y lo que se ha conseguido en pro de un bien común. Igual o más que al conductor o conductora que con toda desaprensión se estrellan contra cualquier señal de tránsito o dispositivo que pretenda regular la convivencia, redistribuir moderadamente los bienes, restar medio milímetro a la arrogancia de los poderosos. Cada uno conduce el carro de su existencia sin pensar en las consecuencias que tiene para todos el egocentrismo. Afortunadamente hoy solo fue un semáforo, pero quién sabe si en algún momento es otro vehículo, un niño, una familia cruzando la calle…

Contenido externo patrocinado