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El Telégrafo

¡Cuidado con lo que pides!

05 de febrero de 2012

No es lógico que alguien emprenda acciones que lo perjudiquen, peor si esto implica un gran esfuerzo, pese a ello, a menudo no sólo adolescentes o jóvenes -cuya inexperiencia puede precipitarlos al error- sino los adultos, perseguimos con insistencia un objetivo que al final nos perjudica; pero, es más curioso cuando esto ya nos ha sucedido antes. ¿Ha escuchado alguna vez la frase “el hombre es el único ser capaz de tropezar dos veces con la misma piedra”? De hecho, algunos animales han desarrollado un mecanismo automático para protegerse después que han pasado una experiencia negativa, de manera que si usted quiere atraparlos usando el mismo truco, será muy difícil lograrlo.

Pero, nuestras debilidades particulares nos atraen como un imán hacia cosas que muchas veces nos dañan, como un insecto que se quema en una lámpara al ser atraído por su luz; la verdad es que los humanos somos muy vulnerables cuando nos hallamos frente a lo que nos gusta o atrae. El apóstol Pablo, al referirse a nuestra frágil voluntad, dijo que nuestro espíritu puede estar dispuesto, pero nuestra carne es débil.

Seguramente usted, amable lector, pensará en una serie de situaciones que se ajustan a este tema, yo sólo mencionaré unos cuantos casos como ilustración: una madre que vive sola y tranquila con sus hijos resuelve unirse a un individuo con el que no se entenderá y le amargará su vida; alguien que está bien en su trabajo gozando del aprecio de todos decide renunciar para laborar en otra parte donde más tarde estará muy incómodo; una señorita inconforme con alguna parte de su anatomía decide hacerse una operación que quebrantará su salud…

¿Puede alguien cavar con esmero un hoyo para caer luego en él, o tejer con prolijidad una red para ser más tarde atrapado en ella, o afilar con minuciosidad una vara para ensartarse en ella, o alimentar y cuidar con dedicación a una fiera para ser devorado por ella? Por absurdo que parezca, la respuesta es sí. Muchas veces estamos felices y cómodos en una situación determinada, y de pronto tomamos una decisión que perjudica gravemente nuestra vida; en otras ocasiones nos fijamos una meta y nos esforzamos para alcanzarla, sin saber que al lograrlo el resultado será desastroso.

Esto sucede porque nuestros proyectos están ligados a lo que creemos que será bueno para nosotros, mas nadie sabe lo que le espera a la vuelta de la esquina, por eso alguien dijo con mucha sabiduría que cuando ores, tengas mucho cuidado con lo que pides, no sea que Dios te lo conceda. Oremos pidiendo sabiduría y que lo demás venga por añadidura.

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