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El Telégrafo
Cristina Moreno

Cuarta dosis, ¿es obligatoria?

14 de abril de 2022

Después de dos años de pandemia debida a SARS CoV-2, un nuevo coronavirus detectado en diciembre de 2019, hemos aprendido varias importantes lecciones sobre cómo evitar la propagación de enfermedades virales a través de medidas bastante básicas y que aplicadas en conjunto evitan de manera muy eficiente el contagio. Tales son: higiene de manos constante; uso de mascarilla y el distanciamiento físico.

 

Sin embargo, desde hace más de 100 años, los científicos han desarrollado armas muy eficaces para evitar distintas enfermedades virales: las VACUNAS. 

Estas armas pueden ser mortales para algunos virus. Tanto éxito han tenido algunas de ellas que han logrado erradicar enfermedades como la viruela en al año 1980, en cambio otras han controlado bastante bien enfermedades eruptivas de la infancia como las que produce el sarampión, varicela o rubéola, virus que podrían causar malformaciones fetales y secuelas irreversibles en las personas que la padecen si no existiría un control adecuado.


Con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, las vacunas también han probado ser eficaces sin excepción. Esto se ha demostrado con la disminución progresiva del número de muertes a nivel mundial, así como de ingresos a hospitalización y a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por COVID-19, en comparación al inicio de la pandemia en el año 2020 donde debíamos atender pacientes incluso en los pasillos porque no existían camas suficientes; donde había largas listas de espera para el ingreso a la UCI, y con la escasez de insumos médicos y del recurso humano para dar abasto a tanto enfermo.

 

El mayor dilema que existe en la actualidad es saber cuánto tiempo duran las defensas creadas por la vacunación o cuando ya has padecido de la enfermedad. En general sabemos que cuando ya te has infectado de COVID-19, tu cuerpo genera protección creando anticuerpos y otras células de defensa, que son efectivas para evitar la reinfección por aproximadamente 3 meses, pero luego esta protección va decayendo en los siguientes 3 meses. Por esta razón es necesaria la vacunación contra SARS-CoV-2, debido a que la inmunidad creada por el organismo luego de la enfermedad no es duradera. 

 

El esquema propuesto son 2 dosis de vacunación separadas por uno a tres meses dependiendo de la vacuna anti SARS-CoV-2 usada, con una dosis de refuerzo aplicada de 5 a 6 meses luego de la segunda dosis.

 

Todo lo anterior es aplicable para quienes poseen un buen estado de salud con un sistema inmunológico sano y vigoroso, que no sufren de ninguna enfermedad que debilite a la inmunidad y que no tomen ningún tipo de medicación que produzca alguna disminución en la respuesta de defensas del organismo creadas por la vacunación.

 

De otro lado están los pacientes que, si padecen alguna de estas condiciones, en donde su sistema de defensas está ya debilitado por su edad, enfermedad de base, por la medicación inmunosupresora prescrita para el control de otra patología como en el caso de pacientes con enfermedades autoinmunes, cardiópatas, enfermos hepáticos o renales crónicos, trasplantados de órganos sólidos o de médula ósea, o aquellos que sufren de algún tumor y están en tratamiento activo.

 

En esta población los anticuerpos y otras células de defensa creadas por la vacunación contra el SARS-Co-2 es muy baja o casi nula, por lo que se recomienda colocar una cuarta dosis de refuerzo para alcanzar niveles adecuados de protección contra la enfermedad. Así mismo es recomendable que el personal de salud reciba una cuarta dosis de refuerzo debido a su exposición frecuente con enfermos sospechosos o ya diagnosticados de COVID-19.

 

En la medida de lo posible y según vaya avanzando la investigación en vacunas contra SARS-CoV-2, en el futuro será necesario que la vacunación contra el SARS-CoV-2 en la población general sea cada año de forma obligatoria para evitar sufrir una nueva pandemia, dado el alto grado de mutaciones que presenta el virus y la aparición de cepas cada vez más contagiosas.

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