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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Cuánto de popular hay en las demandas de los movimientos indígenas?

25 de diciembre de 2014

Por supuesto que son populares y así han estado en la agenda política nacional por décadas. Y son de tal naturaleza en la medida que reflejan una acumulación de siglos de injusticia, discriminación, racismo y exclusión. Pero también son, últimamente, la expresión de una realidad que no cambiará porque una sola organización, una dirigencia o unos líderes concretos desvíen la atención central de su lucha histórica por unas posturas coyunturalistas, influencias políticas externas o intereses en disputa entre los mismos grupos indígenas de todo el país.

Obvio, las demandas de los indígenas ecuatorianos no son necesariamente la plataforma exclusiva de la Conaie. Por esa razón hay otras organizaciones con programas de gobierno, incluso, divergentes con esa entidad que ahora lucha por mantener su sede. De hecho, la realidad del movimiento indígena en general atravesó, durante décadas, conflictos y tensiones complejas hasta que ahora el mapa revela una geografía política en crisis. Quizá por eso en el extranjero se confunde fácilmente a la Conaie como la totalidad del movimiento y a sus dirigentes como los únicos representantes de esa geografía. Y, a la vez, su situación actual parecería que solo refleja las contradicciones de la Conaie con el Gobierno, cuando los indígenas, en general, constituyen la base electoral y de apoyo real de este mismo gobierno como lo demuestran los resultados de todos los comicios desde 2006.

Y si hay algo que está por discutirse, por fuera de si hay o no una casa para la Conaie, es hasta dónde esas demandas populares son la base constitutiva del movimiento indígena para esta época y para transformar la realidad general de los pobres del Ecuador. Hagamos el ejercicio de comparación con Bolivia: ¿la ‘Conaie’ de allá no hace lo mismo que la de acá con Evo Morales? ¿Cuánto avanzó la población ancestral de ese país hermano con la presidencia de un dirigente indígena comprometido por décadas con sus demandas, banderas, programas, principios y filosofía? Para la ‘Conaie’ de allá casi nada. ¿O sea? Da igual, ¿el asunto es que lo fundamental, ‘ancestral’, no está en la razón de ser política de esas organizaciones y de algunos de sus dirigentes?

Si hay algo también que no se ha discutido es si todas las organizaciones indígenas, incluida la Conaie, han trabajado suficientemente por y con sus bases, más allá de lo que han alcanzado de algunos gobiernos y de este proceso político constitucional y económicamente. Y no es que tengan que poner plata o saldar cuentas pendientes, sino de estructurar una sólida sociedad indígena con autodeterminación política y con grandes encadenamientos con el desarrollo de toda la geografía nacional, sin crear islas o espacios de exclusividad y/o de marginación para el resto de los habitantes.

Insisto, la casa no es la causa indígena de fondo. Y si algo hay que hacer con la sede de la Conaie es, como ya lo dije oportunamente, hace cuatro años: la Casa de los Pueblos. Ahí deben estar, por siempre, las sedes de todas las otras organizaciones indígenas, pero también la de los afroecuatorianos y los montubios. Solo así entenderíamos que las demandas reales de todos los movimientos indígenas tengan cabida en el marco de una relación intercultural profunda.

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