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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

¿Cuánta agua tenemos? (1)

20 de enero de 2015

El agua es el recurso indispensable para la vida y su escasez es motivo de preocupación general y prioritaria para las entidades mundiales, como establece el Informe de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD 2006).

El agua por sí misma es abundante en la naturaleza. Las dos terceras partes de la superficie del planeta está cubierta por el agua, pero lo que sucede es que la mayor parte es salada, encontrándose en mares y océanos el 97,5% del agua y el restante 2,5% es agua dulce (35’029.210 km³), de la cual el 69% se encuentra en los polos y las cumbres de las montañas y solamente el 1% es el agua dulce del mundo escurre como arroyos y ríos en las cuencas hidrográficas y de esta el agua superficial de uso accesible es solo el 0,30%.

Pero esto no significa el agotamiento del recurso porque en realidad, en el planeta, la cantidad total de agua no cambia. De acuerdo con la hipótesis nebular, hace 4.800 millones de años se inició la formación de  nuestro sistema solar y en su proceso de enfriamiento se originaron los planetas.

La teoría volcánica plantea que el agua se formó en el centro de la Tierra, por reacciones de átomos de hidrógeno con los de oxígeno a temperaturas altas (527 ºC).  Entre  los gases desprendidos de la lava estaba el vapor de agua que entró a formar parte de la atmósfera. Este proceso de enfriamiento se prolongó entre 4.000 a 3.800 millones de años desde el origen del planeta, y con el progresivo enfriamiento se estableció el ciclo continuo de evaporación y condensación del agua para luego precipitarse sobre la superficie del planeta convertida en una plancha ardiendo hasta que se enfrió lo suficiente para mantenerse el agua sobre la superficie del suelo. Físicamente, de acuerdo a esta teoría, el agua circula constantemente en un ciclo de evaporación o transpiración (evapotranspiración), condensación, precipitación y desplazamiento hacia el mar.

Se calcula que los vientos transportan tanto vapor de agua como el que se vierte en los mares mediante su curso sobre la Tierra, en una cantidad aproximada de 45.000 km³ al año. En tierra firme, la evaporación y transpiración contribuyen con 74.000 km³ anuales para causar precipitaciones de 119.000 km³ cada año sobre el planeta. Aproximadamente desde hace 3.000 millones de años este es el volumen de agua con el que cuentan los seres vivos -incluidos los humanos- (para enfatizar esta permanencia trascendente se dice que actualmente nos servimos de la misma agua que utilizaron los dinosaurios) relacionado directamente con la atmósfera que protege nuestro planeta, la cual, al ser alterada, influencia en la normalidad estacional de la distribución de las lluvias produciéndose inundaciones y sequías inesperadas.

A pesar de la limitación de los recursos hídricos disponibles y que el aumento del consumo de agua se ha multiplicado por seis en un siglo, mientras que la población ha crecido tres veces, se considera que son suficientes para atender las necesidades de todos los seres humanos, si su distribución fuera eficiente, sobre lo cual nos referiremos posteriormente.

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