“Pero cuando nos es impuesto, la vida es una esclavitud”, concluye Máximo Gorky. Sin embargo, la falta de empleo es una de las mayores preocupaciones de la población, lo cual fue utilizado como oferta de campaña de todos los candidatos.
El Gobierno ha sido efectivo en mejorar la cantidad de empleo pleno al 32,2%, reducir el subempleo al 26,3% y el desempleo al 3,1% de un total de 10,9 millones de población en edad de trabajar PET que es mayor de 15 años de edad en 2012; pero hay un 38,5% de personas que salen fuera de la economía. Y claramente el segundo semestre del año pasado tuvo una desaceleración en el incremento de nuevas plazas de trabajo, lo cual puede continuar, pues -además- el Gobierno ha mejorado la calidad del trabajo mediante una dura legislación laboral, un muy efectivo Ministerio de Relaciones Laborales y la elevación del salario hasta alcanzar ya el nivel del proyectado salario digno. Es de esperarse que la muy buena economía ecuatoriana se mantenga o mejore para lograr los dos objetivos al mismo tiempo.
La vida cambia, así también los rituales y viejas tradiciones de ineficiencia pueden cambiar. Los buenos resultados respecto al empleo en cantidad y calidad en este gobierno, no son únicamente consecuencia de los altos ingresos petroleros. En los pasados seis años hemos superado la muy grave crisis moral institucional y una deliberada negligencia in extremis de los políticos. Ahora tenemos objetivos y propósitos claros.
Las 35 Propuestas para el Socialismo del Buen Vivir, que es el Programa de Gobierno 2013-2017, empiezan con las siete primeras que se refieren a la Revolución Económica, Productiva y del Trabajo, lo cual indica la importancia que el Presidente reelecto da a estos temas. Especialmente al cambio de la matriz productiva; al control y regulación del poder del mercado; a la democratización de los medios de producción para crear una economía incluyente y plural; la soberanía energética y uso soberano de los recursos naturales, que es especialización del Vicepresidente electo; el desarrollo de la economía popular y solidaria para nuevas formas de producción comunitaria, asociativa y cooperativa; la revolución agraria que asegure la soberanía alimentaria, la distribución de la tierra y la productividad sustentable del agro; y orientar la economía al servicio de los pueblos mediante una sensata política comercial.
Teóricamente, la superioridad moral del capitalismo descansa en la idea de que en el libre mercado la única manera de hacer el bien es hacer el bien a otros. Esto es muy cuestionable, pues el tendero no nos alimenta porque está preocupado por nuestra hambre; está realmente cuidando su rentabilidad. El capitalismo está animado por el interés personal y cuando no es domesticado por autodisciplina moral, puede muy fácilmente ser codicioso y egoísta. Eso impide la generación de empleo.
Las propuestas de nuestra Revolución Ciudadana para el Socialismo del Buen Vivir van a impedir que el desposeído sea abusado, que el ignorante sea embaucado, que los legisladores sean comprados y las leyes pisoteadas. Todos los políticos perdedores promovieron la mano invisible del mercado como algo necesario y maravilloso para generar empleo y riqueza.
La verdad es que, si no está regulado por un sentido de responsabilidad moral, puede crear el caos económico y productivo. Eso fue lo que vencimos en las pasadas elecciones.