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El Telégrafo

Cuando el río suena…

30 de enero de 2014

Cuando el río suena… CIA trae. Claro que cuando alguien menciona a la central del espionaje y el terrorismo oficial de la ‘Yoni’, muchos se encogen de hombros. Creen que el sujeto es paranoico y que la ve hasta en la sopa. Ignoran que, por autodefinición y oficio, la CIA compite con Dios en aquello de que está en todas partes. Desde que la fundó en 1947 Harry S. Truman, el presidente genocida que arrojó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, la tenebrosa Central fue extendiendo su poder a todos los continentes, a todos los países, a todas las instituciones y organizaciones sociales, políticas, militares, policiales, religiosas.

Muchos ignoran que, por autodefinición y oficio, la CIA compite con Dios en aquello de que está en todas partes.De su elemental papel de recolector de información, pasó muy pronto a sus principales actividades en el mundo: operaciones encubiertas, complots, golpes de Estado, formación de escuadrones de la muerte, batallones de mercenarios, guerras locales y multinacionales. Su gran debut tuvo por escenario a Irán en 1953, bajo la batuta  de Kim Roosevelt, que logró el derrocamiento del primer ministro Mossadegh por haberse atrevido a nacionalizar el petróleo, que se hallaba en manos de las multinacionales, especialmente de la Anglo Persian (hermana de la pigmea Anglo Ecuadorian Oilfields). Un año después, la CIA organizó en Honduras un ejército mercenario para invadir Guatemala y derrocar al gobierno democrático de Jacobo Arbenz que se atrevió a nacionalizar latifundios de la United Fruit, inaugurando cuatro décadas de sanguinarias dictaduras. Luego la CIA desplegó incontables acciones terroristas en Cuba, Nicaragua, Vietnam, Laos, Cambodia, Oriente Medio, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Libia, Afganistán, Irak, Siria, etc., etc. Por su parte, nuestro Ecuador sufrió el asalto más notable de la CIA el 11 de julio de 1963, con la instalación de la Junta Militar que enseguida entregó nuestra Amazonía a la voracidad criminal de la Texaco (ahora Chevron), seguido del magnicidio de Jaime Roldós Aguilera y, a no dudarlo, del brutal episodio del 30-S.

Actualmente, hay una controversia pública de fuerte trascendencia, originada en el supuesto oficial de que el centro periodístico organizado en Panamá por Martha Roldós estaría financiado por una fundación norteamericana vinculada a la CIA. Particularmente, desconocemos los detalles de este maloliente cocinado, pero en cambio conocemos perfectamente cuánto hizo la CIA en el pasado para infiltrarse en los medios periodísticos de Ecuador y crear publicaciones y mecanismos de prensa y propaganda que le permitieran formar un marco de terror y desinformación conectado con la política norteamericana, entonces enfilada contra la Revolución cubana.

Basta leer el Diario de la CIA, del norteamericano Philip Agee, para saberlo. Así nos enteramos de que la CIA financió el periódico Voz Universitaria, montó toda una imprenta a cargo de agentes suyos -los hermanos Rivadeneira-, reclutó para sus fines a destacados periodistas, como Gustavo Salgado, editorialista de El Comercio, y obtuvo otros logros más. Al momento actual, ¿cómo no va a estar interesada en disponer de medios y de comunicadores que le sirvan al imperio, cuando este Gobierno suprimió la base de Manta, expulsó a una embajadora metiche y a otros funcionarios de la embajada, lleva adelante la campaña ‘La mano sucia de Chevron’ y comete otros delitos de lesa majestad contra los dueños del mundo? Esto sin contar con que Washington ubica a Ecuador entre las naciones que configuran el llamado Eje del Mal, con Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Irán y tantos más. Por eso decimos: cuando el río suena… CIA trae.

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