Anualmente se gasta mucho dinero tratando de atraer turistas a sitios que no cumplen los requisitos básicos para ser considerados un “destino” turístico que brinden condiciones para una estadía segura y divertida. Si dividimos la cantidad de dinero que se gastó en promoción para el número de visitantes, veríamos que son turistas demasiado caros y el dinero gastado en convocarlos no fue bien invertido.
No todas las ciudades o cantones cumplen las condiciones mínimas para convertirse en destinos turísticos; sin embargo, puedo asegurar que cada cantón del Ecuador posee atractivos paisajísticos de extremada belleza.
Claro que el atraer turistas -sea a nivel público o privado- empieza como un sueño, una ilusión. Soñamos atraer al mundo hacia nosotros y vivir de ello, pero no todos los logramos, pues nos faltan elementos indispensables y entramos en una pesadilla, en la cual, por muy pocos turistas, echamos a andar un engranaje oneroso.
Para promocionarse como destino, un cantón debe empezar por la accesibilidad. Servicios básicos eficientes son requisito fundamental. El siguiente es la seguridad, sin embargo, la falta de ella es tolerada por los ecuatorianos. Varias playas caracterizadas por su delincuencia no dejan de tener visitantes que piensan pueden evitar ser robados o asaltados. Hay que entender que la seguridad no solo es la ausencia de malhechores, también se contempla la seguridad emocional del turista, por lo que mendigos que se acercan al visitante a pedirle dinero son factor en contra.
La infraestructura turística, como hoteles, restaurantes y touroperadores, es elemental. A ello debemos sumar una población con una vocación turística: amable, informada y mejor si es capacitada. Mientras más población se dedica al turismo, en relación al total de sus habitantes, más eficiente es la ciudad en satisfacer al turista.
Si bien cada municipio es libre de gastar su dinero en promocionarse como un destino fundamentado en lo que cree es un atractivo o una propuesta turística, el Mintur deberá evaluar que los sitios a promocionar cumplan con los requisitos básicos de un destino y, en primer orden, los que cumplen las políticas gubernamentales de seguridad, identidad y sostenibilidad, factores que, de cumplirse, deben ser premiados, ya que aseguran un turista satisfecho que promocionará ese sitio y, a la vez, se garantiza que los dineros que deja el turismo sean reales y se distribuirán equitativamente entre la población anfitriona.