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El Telégrafo

¿Cuál es el apuro?

22 de octubre de 2013

Estamos a mediados de octubre, y desde hace aproximadamente un mes las perchas de diversos locales comerciales se han llenado de adornos navideños. De igual forma, desde hace más de un mes, en panaderías y restaurantes ya se ha comenzado a ofrecer colada morada y guaguas de pan de todos los colores y sabores para la celebración del Día de los Difuntos (2 de noviembre). Este fenómeno, además, se da desde hace algunos años.

Recuerdo que la primera vez que, apenas mediado septiembre, entré en una conocida farmacia local y miré las perchas repletas de Papás Noel, nacimientos, velitas, adornos para arbolitos y hasta paños de cocina de tema navideño me quedé pensando en que tal vez algo en mi cerebro se había desconectado de la realidad. ¿O tal vez yo tenía una enfermedad terminal, el mundo se había enterado y querían, como en algún mal chiste, “adelantarme” la Navidad por si acaso no me alcanzaba la vida para llegar a ella?

¿De qué se trata? ¿Cómo se juega el juego? La idea, como siempre, es vender. Y mientras más rápido y
más se venda, mejor
Quitando el egocentrismo que anida en esta pregunta, me seguí cuestionando: ¿cuál es el apuro? En septiembre recién estamos bregando con los gastos escolares y de la nada nos cae toda la parafernalia de fiestas de fin de año para que, no conformes con la retahíla de gastos en uniformes, listas de útiles, matrículas y demás nos entreguemos a comprar angelitos, velas y figuritas de Santa Claus para llenar nuestras casas de “ambiente navideño” antes de que otros nos ganen.

De igual manera, las panaderías también se han puesto las pilas, y si los fabricantes de adornos de Navidad se les han adelantado por un poco, ellas no se quieren quedar atrás, ni lo harán, como ya se dijo: si no nos advierten con un mes y medio de anticipación, capaz nos olvidamos de las populares y deliciosas viandas de la fiesta de Finados.

Sin embargo, y más allá de lo anecdótico, regresa una pregunta con un cierto matiz de angustia: ¿qué pretende el mundo del mercado con estos recursos, digamos… “nemotécnicos”? ¿De qué se trata? ¿Cómo se juega el juego? La idea, como siempre, es vender. Y mientras más rápido y más se venda, mejor. Verdad que así se sostiene el sistema económico en el que estamos inmersos. Sin embargo, también se siente una especie de pánico ante la fugacidad de la vida y sus procesos, inmisericordemente acelerada por las necesidades del mercado: comida de Difuntos en septiembre, navidades en octubre, carnavales tal vez en lo que antes era Navidad, fanesca de Semana Santa quizá en enero, de promoción en todos los restaurantes… Fin del mundo, ya mismo.

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