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El Telégrafo

Cruzando la línea roja

05 de septiembre de 2013

Pasar por el trance que vive Obama hoy día debe ser complicado, porque a pesar de sus convicciones pacifistas, que le llevaron a obtener el premio Nobel de la Paz en 2009, cumpliendo sus responsabilidades como presidente de EE.UU., tiene que decidir si bombardear o no a Siria.

Según los cálculos de Naciones Unidas, el número de muertos en el conflicto civil en Siria llega a las cien mil personas, los desplazados superan el millón y entre los refugiados se cuenta a un millón de niños. Diciendo que utilizar armas químicas sería cruzar una “línea roja”, Obama se ha metido en problemas porque, como nadie interviene, él debe atacar, pero antes pedirá autorización al Congreso y esperará un voto rápido.

En tanto, el Gobierno sirio niega haber usado armas químicas y acusa a las fuerzas rebeldes de haberlas empleado y señala que se han encontrado bidones con material tóxico en túneles utilizados por los rebeldes y así desencadenar una operación militar internacional. Además, Rusia y China, aliados del presidente Bashar al-Assad, culpan también a los rebeldes.

A la llegada de los técnicos de la ONU para investigar, y luego de que el régimen mostrara un relativo éxito en recuperar territorios, cabría preguntar: ¿le conviene al gobierno de Assad usar armas químicas después de que Obama manifestara que esa acción sería como cruzar una línea roja o, por el contrario, su utilización sería más conveniente para que los rebeldes logren el apoyo internacional en el conflicto sirio?

Entonces, la línea roja se pone difícil. La legalidad de la guerra y la santificación por la ONU no será posible al no contar con el voto de Rusia ni de China. Por su parte, el secretario general de dicho organismo, Ban Ki-moon, advierte a los EE.UU. que militarizar Siria no ayudaría a solventar ese conflicto.

Por otro lado, algunos expertos señalan que el verdadero propósito de los EE.UU. para invadir a Siria podría ser tomar el control de la transportación del gas entre el Golfo Pérsico y los mares Negro, Mediterráneo y Caspio. Por cierto, cabe recordar que en el verano de 2011 Siria firmó un convenio con Irak e Irán para construir un nuevo gasoducto que saldría del yacimiento de gas South Pars en Irán, pasaría por Irak y Siria, y desde allí por el Mediterráneo llegaría hasta Europa.

El periódico árabe Al-Ajbar informó la semana anterior sobre la existencia de un plan aprobado por Estados Unidos para la construcción de un nuevo gasoducto que transportaría gas de Catar a Europa a través de Turquía, Arabia Saudita, Jordania, Siria e Israel. El gasoducto se ramificaría en 3 direcciones cerca de la ciudad siria de Homs. No es sorprendente que Homs sea uno de los lugares donde se han dado las batallas más fuertes de esa guerra.

Invadir a Siria tendrá efectos multiplicadores: Irán, Hizbullah y otros grupos fundamentalistas atacarían Israel. Con 145 millones de egipcios, iraquíes y sirios viviendo en el caos, cualquier ataque sobre Damasco arrastrará a otros países a la guerra.

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