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El Telégrafo

Criminalización de la protesta

23 de abril de 2013

Quienes se han dedicado al escándalo, como la única forma de expresión política, pretenden reivindicar como “su derecho a la resistencia” a cualquier violación constitucional y legal a los derechos de las personas y a la integridad de los bienes públicos y privados. Con cualquier pretexto baladí emprenden “heroicas jornadas de lucha”, como por ejemplo el simple cambio de nombre del Colegio Central Técnico de Quito, llevando a un centenar de estudiantes -la mayoría adolescentes- a destruir violentamente propiedad pública y privada y atacar a personas y vehículos.

Acostumbrados como estaban al relajo con la complaciente impunidad de los gobiernos mediocres de turno, ahora acusan de prepotente al actual Gobierno, llana y sencillamente porque está decidido a hacer cumplir la ley; y para ello cuenta con la inmensa y multitudinaria ratificación de la voluntad popular, en tanto que los renegados fueron castigados al rincón de la vergüenza, por su inconsecuencia con el proceso revolucionario que vive el Ecuador y por ser funcionales a la egoísta agenda de la virulenta derecha reaccionaria. Pese a ello siguen de vedettes haciendo el ridículo en la prensa mercantilista, oposición mediática que también fue derrotada en la reciente contienda electoral.

Otro que se declara víctima de la “criminalización de la protesta” es aquel oscuro sujeto de nombres Clever Jiménez, que funge de asambleísta, quien se lamentó profundamente porque ningún policía le disparó al presidente Correa, cuando el 30-S se enfrentó valientemente a sus secuestradores en el Regimiento Quito, increpándoles: “Aquí estoy, si quieren mátenme”. Es el mismo que, acompañado de dos sátrapas de su misma ralea, denunció al Primer Mandatario, acusándole de haber simulado un autosecuestro y ocasionado los violentos y luctuosos hechos de aquel aciago día, y ordenado disparar dentro de un hospital lleno de civiles. Su falsa denuncia fue declarada maliciosa y temeraria; y el ilustre agraviado con su querella está defendiendo su honor y dignidad, para que el audaz falsario vaya a la cárcel por su malicia y temeridad.

Es el lamentable nivel en que ha caído la oposición revanchista y amargada que, por hacerle daño al Gobierno, no repara en las funestas consecuencias de sus reacciones viscerales. Se juntaron “el hambre con la necesidad”: los infantiles de izquierda y la cúpula indígena, huérfana del respaldo de sus bases que reconocen la extraordinaria obra pública de la Revolución Ciudadana, resuelta a priorizar su gestión por la opción preferencial a favor de los pobres que se cansaron de la demagogia partidocrática y decidieron construir su propia herramienta de liberación de la pobreza a través del Socialismo del Siglo XXI.

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