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El Telégrafo

¿CREO en la diversidad?

01 de febrero de 2012

La derecha ecuatoriana ya puede hacer gala de que quiere parecerse al país que aspira (de nuevo) gobernar. Y lo desea por fuera de aquellas agrupaciones tradicionales y sustentadoras del espíritu de la “partidocracia”. O sea, por fuera de los partidos Social Cristiano, Democracia Cristiana, un sector de la Izquierda Democrática, PRE y Prian.
Con la constitución del movimiento político CREO, encabezado por el banquero Guillermo Lasso, con la presencia de figuras “étnicas” de la derecha afroecuatoriana e indígena, como Mae Montaño y Auki Tituaña, esa organización coloca el debate en una bisagra: ¿van a sostener el proceso político ecuatoriano posneoliberal o quieren proponer una alternativa política, desde una supuesta diversidad ideológica, económica y étnica para superar lo que hasta ahora ha hecho y generado Rafael Correa?

De lo primero, por lo visto hasta ahora, no es factible, porque parecería que la intención de fondo es retomar el neoliberalismo, desde su vertiente más “amable”. Esa línea discursiva de gentileza financiera (banco del barrio), electoral (Mae Montaño habla de reconquistar espacios políticos) y étnica (Tituaña  habla como un  indigenista neoconservador) tiene, por tanto, un reconocimiento tácito: la derecha no puede desconocer la realidad ecuatoriana.

En lo segundo, quizá hay que esperar: no es del todo claro qué mismo quieren con el modelo sustentado por el actual Gobierno. ¿Qué piensan Auki, Mae y Guillermo de la Constitución vigente? ¿La piensan modificar, a través de qué mecanismos y con qué sustratos políticos? ¿Para ellos es válido el paradigma del buen vivir? ¿Cómo lo entienden? ¿Suponen que el buen vivir será regulado por la mano invisible del mercado? ¿O qué rol debe jugar el Estado en su planteamiento de que la economía, mientras más libre, más distributiva?

Con todo lo anterior sí hay una evidencia política trascendente, para ocupar a ciertos analistas y entrevistadores que no se descuelgan de esos modelos: CREO está enterrando a la derecha más ortodoxa y “dinosauria” que no acepta responsabilidades históricas de lo ocurrido desde los ochenta en Ecuador. Y, al mismo tiempo, restaura el anhelo de recuperar para el capital financiero el rol hegemónico en la administración económica de la nación y de su representación en el Estado.

El siglo XXI tiene unas ofertas y oportunidades políticas donde la derecha debe fijarse con absoluta responsabilidad histórica antes de situar su protagonismo. Por ejemplo: el sector social, la intención de construir una sociedad de propietarios, ampliar el mercado interno y generar procesos de equidad no son necesariamente sus objetivos políticos, pero ya sin ellos pierden todo espacio electoral en la medida que la gente de este país, en estos últimos cinco años, supo para qué sí sirve el Estado y cómo la redistribución de la riqueza garantiza niveles de acceso y satisfacción de necesidades básicas, sin que para ello se requiera una chequera.

CREO está en su germen y sugiere unos debates válidos por ahora, pero no los sustenta, solo los alienta desde el vacío.

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