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El Telégrafo

Correa en Argentina

07 de diciembre de 2012

Correa en Argentina, que es igual a Ecuador en la Argentina. Es impensable desde el Ecuador advertir cuánto ha crecido la imagen internacional del país desde que asumió por vez primera su actual Presidente. Nunca antes el país andino había estado en las pantallas televisivas y los titulares de diarios, como ocurre en los últimos años. La mejora de la situación económica ecuatoriana y -sobre todo- la fuerza del liderazgo de Correa han puesto al país en un lugar preponderante en las noticias internacionales que rara vez se ha dado con anterioridad.

El Presidente, en reunión con la primer mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Seguramente ello contribuye a aumentar las actividades comerciales y culturales bilaterales, a la vez que a continuar la fecunda actividad conjunta en organismos plurinacionales, como son Celac y Unasur, a los cuales se sumaría ahora la posibilidad de entrada de Ecuador al Mercosur, apoyada vigorosamente por Argentina y otros países miembros.

Por otra parte, el presidente Correa recibe una importante distinción de una de las universidades con más tradición en el país sureño, la Universidad Nacional de La Plata. Es el premio Rodolfo Walsh (es el nombre de un gran escritor y periodista asesinado por la dictadura militar), en categoría de “Presidente latinoamericano por la comunicación popular”.

Distinción nada menor, cuando en Argentina está por desembocar la querella judicial por la Ley de Medios, ley obstruida por el principal grupo oligopólico en la propiedad de medios argentinos. Distinción que reconoce en Correa al jefe de un gobierno que ha respetado al máximo la libertad de expresión, a pesar de los ataques que se ha hecho a su investidura y su persona; y que internacionalmente es percibido, por quienes son intelectuales conocedores en el tema, como un paladín en la lucha por una sana pluralización de la palabra pública.

Un hito más dentro del reconocimiento mutuo entre pueblos que hoy sostienen entre sí una vocación en común: la de no responder a los mandatos de los grandes poderes militares y económicos internacionales. Y que, por ello, pueden hablar prístinamente de soberanía nacional como uno de los valores que comparten desde sus gobiernos, y que se defienden cotidianamente en sus respectivas gestiones.

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