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El Telégrafo

Continuar soñando

08 de mayo de 2013

Todavía siguen numerosos los comentarios sobre el papa Francisco, y positivos en su gran mayoría. Pasó la etapa de la novedad por la sorpresa de que sea latinoamericano. Llamó la atención su sencillez y cercanía. También sus opciones de dejar el lujo de los apartamentos pontificios, la pompa de las liturgias romanas, el autoritarismo de la cabeza de la Iglesia, costumbres de muchos siglos y cada vez más fuera de lugar y de tiempo.

Ahora se está pasando a reflexiones más profundas sobre el papado: no se trata de cambiar solo la forma, sino el fondo, es decir el estilo de convivencia, decisiones y gobierno del Vaticano. Por todo esto, el papa Francisco pidió paciencia y colaboración: las necesarias y profundas reformas no se pueden hacer de la noche a la mañana, tampoco tienen que ser la obra de una sola persona; son un reto para el conjunto de los cristianos. Lo cierto es que el papa Francisco, con estilo y palabras sencillos, está dando un giro no solamente para el Vaticano sino para la Iglesia entera, no solamente para los obispos y los sacerdotes, sino para todos los cristianos.

La reciente entrevista con el Papa del Consejo Episcopal Latinoamericano muestra nuevas y claras orientaciones para el desenvolvimiento de las iglesias latinoamericanas: “Hay quienes bloquearon sutilmente el trabajo de la Iglesia latinoamericana”. El Documento de Aparecida, fruto de la reunión de los obispos en Brasil en 2007, pasa a ser, según el Papa, la “brújula”, no solo de la nueva evangelización en el continente, sino de la renovación de la vida de la Iglesia en América Latina. Trata de una conversión, no solo personal sino también pastoral. Todo esto cobra particular importancia cuando se sabe que el entonces cardenal Jorge Bergolio fue  el coordinador del Comité de Redacción del Documento de Aparecida.

Llama la atención también que en Europa se lo llama el “Papa de los pobres”, según el título de un libro ya publicado en el continente europeo. Él mismo dio pie para que lo califiquen así: varias veces ha insistido en una opción por la pobreza y por los pobres.

Hagamos votos para que la esperanza generada en estos primeros meses continúe como fuerza tranquila para lograr las transformaciones necesarias que innumerables cristianos y hombres y mujeres de buena voluntad sueñan por todo el planeta. Construyamos una Iglesia al servicio de “la vida y de la vida en plenitud”, tal como Jesús nos dejó el ejemplo.

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