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El Telégrafo

“Consenso” de Washington y sin Washington

29 de agosto de 2012

En Washington D.C., la capital de Estados Unidos, hubo un “consenso” sin Latinoamérica en los años noventa, y otro consenso sin Washington en días recientes.

El advenimiento del neoliberalismo en los años noventa, aplicado en América Latina como un “consenso” definido en Washington, promovió con éxito –para sus promotores y los grupos de poder económicos asociados– la libertad de comercio y la omnipresencia de los mercados.

El mal llamado “Consenso de Washington” –porque no participaron los países latinoamericanos en su elaboración– puede resumirse, entre otros aspectos, en disciplina fiscal, prioridad en el gasto público en áreas de alto rendimiento económico, reforma tributaria, liberalización financiera y comercial.

La crítica a estas políticas neoliberales se centró en sus magros resultados para reducir la pobreza, corregir las inequidades sociales y recuperar el crecimiento económico. La retracción del Estado ejercida para alcanzar el equilibrio fiscal trasladó a los organismos internacionales (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional) una parte importante de las funciones públicas de planificación y generación de políticas.

Entretanto, la semana pasada, en Washington hubo un consenso sin Washington. Lo que ocurrió el viernes, en la vigésima séptima reunión de consulta de ministros de relaciones exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA) tuvo gran significación, no solo para el Ecuador, sino para todo nuestro continente.

Las conclusiones hablan por sí solas, y nos dan cuenta de que la forma de ver la realidad política actual en nuestro continente está cambiando, al menos para todos los países del continente que votaron de manera consecuente a favor de la decisión ecuatoriana de conceder el asilo diplomático a Julian Assange, con excepción de Estados Unidos y Canadá.

El texto de resolución fue contundente: “Rechazar cualquier intento que ponga en riesgo la inviolabilidad de los locales de las misiones diplomáticas y reiterar la obligación que tienen todos los Estados de no invocar normas de derecho interno para justificar el incumplimiento de sus obligaciones internacionales, y en este contexto manifestar su solidaridad y respaldo al Gobierno de la República del Ecuador”. La conciencia superó a la diplomacia. América Latina ya no es el patio trasero de los EE.UU.

Washington D.C., ciudad de grandes y famosos museos, donde están las sedes del Banco Mundial, el FMI, la OEA, el Banco Interamericano de Desarrollo, volvió a ser un epicentro de decisiones relevantes. Esta vez habría que preguntarnos si los latinoamericanos deberíamos aparecer en medio de sus bien planificadas calles para tomar decisiones que atañen a nuestros intereses.

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