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El Telégrafo

Con vocación de metiche

11 de mayo de 2013

Se calienta peligrosamente el mundo con la guerra contra Siria, inspirada por  los Estados Unidos y ejecutada por interpuesta acción de Israel, cuyo ejército estaría utilizando gases letales conjuntamente con los monstruosos bombardeos aire-tierra. Otra vez el pretexto es la sospecha de que en Damasco habría armas nucleares de exterminio masivo, tal como justificaron la criminal carnicería en contra del pueblo iraquí y hoy se relamen por replicar la misma dosis macabra contra Irán. Es la “política” imperialista de invasión, saqueo, ocupación y protección de lo que arbitrariamente considera como “sus intereses” en cualquier lugar del planeta.

En nuestros lares también se calienta el debate sobre la libertad de prensa, más propiamente de expresión, que consideramos un derecho fundamental de todos y de todas; y no solo de las poderosas cadenas mercantilistas de comunicación. Precisamente en ejercicio de esa libertad plena, la Unión Nacional de Periodistas, UNP, tuvo la pintoresca ocurrencia de levantar el muro de sus lamentos donde escribieron quejas sobre una supuesta limitación al ejercicio de ese derecho.

El Embajador imperial fue invitado a ese inequívoco acto político de la oposición mediática y también puso su granito de arena en el muro, sumándose el coro de los quejosos de  la UNP, Fundamedios y la AEDEP. El dios del imperio les cría, les financia y ellos se juntan para repetir su consigna sesgada de creerse por encima de la ley. Cuando actúa un diplomático gringo en esa forma, es por el poco respeto que nos tiene, pues no somos el santo de su devoción y esa animadversión consta en el informe de la Relatoría para la libertad de expresión, elaborado en Washington con información entregada por los dueños del muro donde reclaman que aquí estaría en peligro “su” libertad de prensa.

La respuesta presidencial a esa grosera intromisión diplomática fue directa. Le mandó a leer el pensamiento completo de Thomas Jefferson quien cuando ejerció la tercera Presidencia de los Estados de la Unión, se quejó de las mentiras y distorsiones de la prensa, afirmando que “un hombre que no lo haya leído nunca, estaba mejor informado”. Eran los tiempos en que los medios privados se iniciaban como insaciables detentadores de un poder ilegítimo.

Actualmente han perfeccionado el ejercicio de ese poder a través de Relatorías exclusivas que buscan alinearnos a los intereses de los que ponen el billete. Pretenden que el ser humano siga siendo esclavo del vil metal.

Qué afrenta para el míster y sus corifeos locales, escuchar que el Presidente Correa le aconseje para que “no sea metidito ni malcriadito”, recordándole enfáticamente que aquí encontrará dignidad y soberanía.

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