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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Comparaciones

08 de marzo de 2014

La mayoría de los medios de comunicación presenta estos días como dos crisis parecidas las de Venezuela y Ucrania.

Según aquellos, en ambas hay violencia en las calles y los gobiernos -el que salió de Ucrania y el de la república bolivariana- fueron sus causantes y desataron una inhumana represión, con resultado de muertos y heridos. De la difusión continua de esta supuesta verdad se deriva una imagen negativa que conduce a la opinión pública mundial a pedir que se intervenga para detener la ‘masacre’ que se da o daba en esas latitudes, tan distantes geográfica y políticamente.

La imagen de Venezuela dada por los medios es la de una nación en pie de guerra. Se mencionan barricadas y manifestaciones; se fotografía a estudiantes con carteles y coreando consignas supuestamente revolucionarias. (Algún fracasado político citó a Montalvo para glorificar esas actitudes). Sin embargo, la realidad es que si hablamos en porcentajes, no llega al 5% de la población el segmento que en el Táchira -vecino de Colombia- o en El Chacao -municipio aniñado de Caracas- mantiene una actitud intransigente frente a los llamados al diálogo que sin descanso hace el presidente Maduro.

Dada la crisis, es poco lo que Europa puede ofrecer a Ucrania, que ya recibe la visita del FMI y, vía deuda, la ayuda de Estados Unidos.Cuando se habla de los estudiantes como abanderados de la lucha pura e idealista, se omite el pequeño detalle de que ellos no constituyen un todo homogéneo y que el concepto de clases sociales, tan vilipendiado por ciertos teóricos, define la actitud y posición de las personas. La vanguardia, para no hablar de la mayoría de los estudiantes intransigentes, pertenece a las clases altas de esa sociedad, que estuvieron en permanente oposición -por sus intereses- contra Chávez y ahora con Maduro, a quien consideran más débil y creen que pueden derrotar.

En Ucrania se juega la política mundial. Estados Unidos y la Unión Europea, manejando códigos propios de la ‘guerra fría’, quieren cercar a Rusia y desprender a Ucrania de su secular órbita de influencia.

Dentro de ese país actúan grupos neonazis que son los protagonistas de la violencia ejercida. Dada la crisis, es poco lo que Europa puede ofrecer a Ucrania, que ya recibe la visita del FMI y, vía deuda, la ayuda de Estados Unidos, condicionada a la realización de los cambios estructurales y de política económica que el imperio impone a través de ese brazo de dominación.

Es incierto el epílogo y se está jugando con fuego.

A un año de la partida de Chávez, su pueblo avanza afrontando una agresión permanente, en la construcción de la patria sociali

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