Cuando celebramos cubanos y ecuatorianos, el 19 de este mes, el aniversario cincuenta y dos de la victoria de Playa Girón, primera derrota militar del imperialismo yanqui en nuestra América, nos vinieron a la memoria aquellos actos de suma crueldad cometidos contra un pueblo cuyo único delito era defender su derecho a ser libre.
Expulsada de la OEA a fines de enero del 62, ya en febrero de ese año se había establecido el criminal bloqueo económico y comercial, el más prolongado que ha conocido la historia. Cuba se convirtió en la abanderada contra la explotación del hombre por el hombre y de los países subdesarrollados contra el capitalismo imperialista. Situación que se agravó con las leyes Torricelli y Helms-Burton. Y fundamentalmente con la desaparición de la URSS y el campo socialista en 1991. Vino el período conocido como Especial en tiempo de paz. Duro, cruel, pero superado por su pueblo junto a su gobierno, con valentía y dignidad. Como si fuera poco, en septiembre del 98 fueron encarcelados y enjuiciados -acusándolos de espías- cinco ciudadanos, cuya labor era exclusivamente infiltrarse en grupos terroristas e informar a Cuba sobre los planes agresivos imperialistas.
A pesar de todos los daños ocasionados, principalmente por el bloqueo, Cuba ha resistido y avanzado.
El 2 de junio de 2009, en la XXXIX Asamblea General de la OEA, en San Pedro Sula (Honduras), todos los gobiernos latinoamericanos resolvieron por aclamación dejar sin efecto la resolución de la OEA, que excluyó a Cuba del Sistema Interamericano. Por supuesto, el gobierno revolucionario agradeció la solidaridad latinoamericana y se negó a regresar al “Ministerio de colonias yanquis”, como la llamó Fidel.
Igualmente, en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), a fines de enero de este año, se eligió a Cuba -por unanimidad- presidente pro témpore de este organismo.
Fue una decisión trascendental. Un acto de justicia, precedido por la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que con el voto de 188 naciones exigió a los EE.UU. poner fin al criminal bloqueo imperial.
Lo expresado lleva a la comprensión de que la solidaridad con Cuba ha crecido y se ha multiplicado. Han aparecido nuevas formas de lucha en el acontecer latinoamericano, dentro de la más profunda crisis económica a la que ha conducido la avaricia del sistema financiero mundial.
Lo que pone al descubierto que el paradigma global neoliberal comienza a declinar. Que un nuevo orden económico-social está surgiendo. Más justo, más solidario, el que algún día ha de llegar. Lo evidencian la Revolución Cubana y la integración latinoamericana.