Al iniciar el Nuevo Año reflexionando sobre el desarrollo de nuestro país, se destaca insustituible la importancia del agua, del cual carece el 50% de la población del planeta y el Ecuador posee per cápita cuatro veces más que el promedio mundial.
Para especificar la importancia mundial que tiene solucionar los problemas de la escasez del agua, las Naciones Unidas han denominado al siglo XXI el “Siglo del Agua”. Al respecto debemos tener presente que al agua se la considera el eje transversal que integra todos los elementos del desarrollo.
Ban Ki Moon, secretario General de las Naciones Unidas, ha destacado la importancia que tienen acciones internacionales para mejorar la dotación de agua para la humanidad, como la convenida por los dirigentes de 192 países miembros de las Naciones Unidas, en los Objetivos del Milenio, cuyo vencimiento del cumplimiento está fijado para el año 2015. Estos acuerdos indica, son ejemplo de una nueva alianza mundial para reducir los niveles de extrema pobreza.
Los Objetivos del Milenio están fuertemente relacionados con el agua cuyo volumen no ha variado en 4.300 millones de años, y si bien sus usuarios se han multiplicado explosivamente su escasez es causada por el mal manejo y abuso que se ha hecho de la utilización del recurso.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) rechaza el punto de vista del insuficiente volumen de agua con el que cuenta la Tierra y plantea que la crisis se origina en la pobreza y la desigualdad. “Cuando a mil millones de personas se les niega el derecho básico al agua potable sana, pagando los más pobres el precio más alto en esta crisis”.
El problema en la gestión del agua ha sido el considerar al recurso como un recurso disponible al infinito que se podía desviar, consumir o contaminar para generar riqueza.
El Ecuador es un ejemplo de esta iniquidad histórica, que perjudica a los estratos más pobres de nuestra sociedad para participar de los recursos hídricos provistos generosamente por la naturaleza.
En la actual Constitución tenemos la disposición categórica para corregir esta anomalía. El Art. 12, que consagra -El derecho humano al agua como fundamental e irrenunciable-. Es urgente con esta herramienta -poner manos a la obra-, no desde el escritorio si no directamente dándole apoyo al pequeño usuario sobre todo al pequeño agricultor para tener capacidad y capacitación para acceder al agua. Esto está claro, como el agua clara.