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El Telégrafo

Cobardes e insultadores fugan o se amparan en la inmunidad

27 de abril de 2013

Los asambleístas, políticos y hasta articulistas insultadores fungen de valientes, pero a la hora  de rendir cuentas ante la justicia, unos se amparan en la inmunidad parlamentaria, otros fugan desesperados, o simplemente, en forma tardía, se limitan a pedir disculpas. El agresivo, de comportamiento irregular, suele irrespetar al prójimo por odio, envidia o instinto de causar daño sin importarle la dignidad y el honor de los demás. Ha sido costumbre en nuestro medio, principalmente en el ámbito político, utilizar la injuria o la calumnia contra el adversario y cuando los infractores son llamados al orden se convierten en perseguidos o víctimas de la “tiranía”.

En historias recientes, recuerdo casos de asambleístas insultadores que, con el enfermizo afán de sobresalir y ser tomados en cuenta por la prensa comercial, lanzaban improperios contra el Primer Magistrado de la nación y de funcionarios, sin prueba alguna. Uno, el más audaz, se atrevía a sostener que el “Presidente de la República dirige, protege y permite los actos de corrupción”. Por allá otro, por suerte castigado en la última contienda electoral, a gritos, tildaba de “vaga, mediocre e incompetente” a la Subsecretaria Nacional de Educación. Eso sí, protegidos con la coraza de la inmunidad. En la sección editorial, según medidas adoptadas, paulatinamente, se ha comprendido que la palabra, correctamente  empleada, es el mejor instrumento  para la formación de una idónea opinión pública y que la calumnia es el arma de los mediocres.

En la Constitución Política de la República consta el capítulo referente a la Función Legislativa  ejercida por la Asamblea Nacional con sus atribuciones y deberes. Se ha explicado hasta el cansancio el tema de la inmunidad y su alcance contemplado en el Art. 128, pero en ninguna de sus partes se faculta al asambleísta, libre de sanciones, a amenazar, calumniar o injuriar a sus adversarios.

Aunque ya va quedando atrás la era de la violencia en el seno del Parlamento, todavía, en sus últimos días, se observa el desajuste conductual de legisladores angustiados que no lograron la reelección en la justa cívica de febrero. Con una mayoría de Alianza PAIS, se afirma que no volverá la oscura etapa de la amenaza y trifulca vulgar de la oposición parlamentaria en su exigencia de absurdas demandas.

En una sociedad organizada es importante acatar el orden para evitar el caos. El sometimiento al imperio de la ley es la única forma para garantizar la paz y la justicia.
El transgresor, se trate de un asambleísta, columnista o cualquier ciudadano, deberá responder ante los tribunales de justicia.

No olvidemos jamás que el comportamiento ciudadano es el fiel reflejo de lo que es un país.

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