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El Telégrafo

Cívico llamado al diálogo del Presidente sin respuesta

02 de marzo de 2013

Como una demostración de su espíritu democrático, su sentido conciliador y sentimiento cívico, el presidente de la República, Rafael Correa Delgado, sin vanagloriarse de su triunfo arrollador en la contienda electoral del 17 de febrero, formula un nuevo llamado al diálogo para lograr posibles acuerdos, a personas que en algún momento se desviaron de ruta y a sectores sociales y políticos con buenas intenciones de servir al país. Pero en la petición patriótica se descartan definitivamente a los sicópatas, indecentes, traidores y oportunistas que solo buscan el beneficio propio. El diálogo permanece abierto, destaca el Primer Mandatario, pero solo para ciertos sectores.

En tiempo pasado, el líder de la Revolución Ciudadana formuló similar planteamiento y, como respuesta, la oposición intensificó su agresión contra la administración del régimen del Buen Vivir. El diálogo no significa renunciar a principios ideológicos, más bien ayuda a ampliar la visión sobre problemas que aquejan al país y a decidir -por consenso- tesis y soluciones en provecho de la patria y de sus habitantes. La gente noble y altruista acepta la conversación y se decide a corregir yerros, ceder posiciones y a enderezar rutas, pero el terco y el petulante huyen al intercambio de criterios y al análisis de temas porque -en el fondo- su misión es provocar el caos y boicotear la gran obra social que promueve el régimen socialista XXI.

Se deduce como excluida a la oposición, esta vez anunciada por el autoproclamado líder Guillermo Lasso. A manera de aclaración, el presidente Correa no ha expresado elogio al pensamiento derechista del banquero, sino a su lealtad al identificarse, sin temor, como adherente de los postulados del neoliberalismo y fervoroso aliado de la partidocracia, a diferencia de otros, farsantes, que se declaran de izquierda y marchan junto a los representantes de los grupos políticos más retardatarios del país, que a la actividad proselitista la convirtieron en un vil y lucrativo negocio.

El diálogo no funciona en los resentidos por la pérdida de sus privilegios, ni en los pocos candidatos que apuradamente lograron cupos en la Asamblea, y que seguirán perturbando el desarrollo normal de esa función del Estado. El sincero pedido del máximo exponente de la Revolución Ciudadana no tendrá eco en la prensa comercial. Sus articulistas, terminados los festejos de la victoria electoral, reanudarán su tarea conspiradora con el deteriorado eslogan: por la defensa de la libertad de expresión. Es que añoran “su poder absoluto”. Recordamos e insistimos que una oposición altiva y analítica ayuda a corregir desvíos del régimen, pero un periodista mediocre y difamador entorpece la administración del Estado y conspira contra la tranquilidad social.

La era de las reivindicaciones y justicia social avanza indetenible. Es indispensable fortalecer la organización de Alianza PAIS, como soporte y garante, hasta terminar el proceso de cambio en beneficio de los pobres de la patria.

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