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El Telégrafo

Ciudades motorizadas: mortales

10 de febrero de 2013

Los ecuatorianos estamos inmunizados al dolor, tragedia y muerte que diariamente ocasionan los accidentes de tránsito. Solo nos conmovemos cuando las tragedias eliminan docenas de vidas, pero la noticia de la señora o el niño atropellado en una calle o avenida es pan de todos los días, e incluso creemos que es un precio que debemos pagar por el desarrollo que viene aparejado a nuestra calidad de vida, donde el auto es el sinónimo de comodidad y de estatus social.

Los gobiernos, prefecturas y municipios consideran que la movilidad es parte sustancial de su gestión y en forma indefinida se canalizan los recursos económicos a más y mejores carreteras,  nuevas calles y avenidas, pero sobre todo a ampliar el espacio social en beneficio de los automóviles y en detrimento de los espacios para los humanos. Los parqueaderos son más importantes que los parques, las calles son para que transiten los automotores con preferencia sobre los seres humanos, quienes desde niños deben aprender a ceder rápidamente el paso a vehículos, caso contrario, la consecuencia “natural” será ser atropellado y casi sin opción  a reclamo.

La sociedad ecuatoriana es adicta al automóvil y en general hemos excluido de nuestras prioridades otras formas de traslado más sanas, menos peligrosas, menos contaminantes, menos invasivas de los espacios sociales, creemos que criar a nuestros niños dentro de automóviles que nos trasladan a centros comerciales es la mejor vida que podemos darles y por la cual deberán transitar de adultos, cuando las avenidas serán más congestionadas y el conseguir parqueadero rápido dentro del shopping, sinónimo de felicidad.  

En las ciudades europeas, y más en las nórdicas, la tendencia es al contrario, las gestiones  de los alcaldes se ha profundizado en privilegiar áreas para los humanos, sea para su traslado o diversión, por ello las rutas para bicicletas son parte del paisaje urbano, lo cual se emprendió pensando en lo difícil que es matar un niño atropellándolo con una. Los medios de transporte masivo privilegian los trenes por ser mucho más seguros y menos contaminantes que los autobuses, e incluso más rápidos que ellos.

Debemos replantear nuestro crecimiento económico y urbanístico, dejemos de tumbar casas de humanos para ampliar espacios para automotores. Trazar una línea blanca en la calle no es “ruta ciclística”. Se requiere destinar calles completas para este tipo de locomoción saludable para las ciudades, las personas y el medio ambiente. Paremos los asesinatos con autos.

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