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El Telégrafo

Cine documental: emoción y memoria

02 de junio de 2013

El cambio cualitativo y cuantitativo de la producción del cine ecuatoriano en los últimos años es sorprendente. Se da acompañado de la formación de sus profesionales, desde directores, actores, fotógrafos, compositores, directores de arte, de sonido, productores, etc. Todos ellos forman parte de equipos de artistas que ponen en práctica los guiones, la preproducción, la producción, la posproducción y la distribución de las películas para su disfrute en las salas. Están también las acciones trascendentes del Consejo Nacional de Cine, fruto de la ley correspondiente.

La actividad de este importante colectivo, que ha hecho emocionar con su arte a miles de cinéfilos ecuatorianos, y a reflexionar sobre la propia cultura e identidad nacional, se da también por el roce internacional de todos ellos, en el cual se destacan los diversos festivales nacionales e internacionales. Uno de los más destacados en el país es el Encuentros del Otro Cine, dedicado a las películas documentales.

La influencia del cine ecuatoriano en nuestra propia vida cultural y en nuestra historia, apenas se comienza a valorar, tanto con las películas de ficción como con las de documentales. Las dos últimas más destacadas de este tipo, “Con mi corazón en Yambo” y “La muerte de Roldós”, constituyen un ejemplo del aporte artístico a la emoción colectiva y la memoria sobre las fuerzas oscuras que sembraron el terror en América Latina desde hace cincuenta años. Las fuerzas militares, con su Programa Cóndor, torturaron y asesinaron a miles de jóvenes por el delito de soñar con una sociedad más justa y solidaria, y al parecer eliminaron a líderes y autoridades que abrían un nuevo horizonte de dignidad para sus pueblos.

La película que muestra el dolor familiar y nacional por el misterioso accidente de aviación, y el filme sobre la tragedia familiar y nacional por la pérdida de dos hijos jóvenes en manos de las “fuerzas del orden” plantean el tenebroso escenario político militar de la época, para la reflexión de aquellos que fueron testigos y de las nuevas generaciones que no lo conocieron. Remueven el dolor y la memoria que torturadores y asesinos quisieran eliminar.

Tragedias y dolor que el cine nacional trae a la memoria como un aporte trascendental del arte. De la suma de artes que es el cine, se hace esta contribución histórica, para que, sobre esta memoria, se construyan los nuevos escenarios y tiempos de libertad y dignidad que vivirán Ecuador y América Latina.

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