Laicismo es la corriente de pensamiento, movimiento social o política de Estado y de gobierno que defiende, favorece o impulsa la existencia de una sociedad organizada aconfesionalmente.
Aunque acertadamente se archivó la “Ley de Cultos”, existen aspectos de la sociedad y manifestaciones de autoridades del Estado que se alejan del laicismo. La Constitución garantiza un Estado laico, sin embargo la intromisión de la Iglesia en acciones estatales parecería algo normal y estamos acostumbrados a ella. Gobernados y gobernantes proclaman su fe, desconociendo que el Estado es laico y justamente este limita las creencias al ámbito privado y personal, alejándolas del llamado integrismo, que pretende que las ideologías, dogmas y creencias de unos, sean compartidas por todos.
Eloy Alfaro y la Revolución Liberal establecieron el Estado Laico, base de la democracia y garantía de la secularidad, fundamento del libre pensamiento, la no discriminación y los derechos humanos. Sin embargo, aún cuesta despojarse de prácticas ideológicas no laicas, por lo que necesitamos vigorizar al laicismo y consolidar sus bases en la educación laica, de otro modo, las decisiones que se tomen estarán ligadas a una determinada fe y no al empirismo racional.
El antilaicismo obstaculiza el discutir temas científicos, por ejemplo, las malformaciones como causas para la interrupción de un embarazo, y como país no solucionamos el problema del aborto eugenésico. Tampoco debatimos temas complejos como la eutanasia, el testamento vital, el suicidio asistido, la píldora del día después, la manipulación genética de embriones o el diagnóstico genético preimplantación posfertilización in vitro, y no se ha planteado nada de vanguardia en el estudio con células madre o micromanipulación celular. Asuntos que, de ser tratados beneficiarían a la población. Se asume la fe y la religiosidad como cuestiones cotidianas que deben por inercia definir posturas públicas, pese a que el Estado laico, por sus fundamentos, no acepta tutela espiritual de ninguna religión.
El Estado laico nos protege de injerencias religiosas, ya que no existe una sola religión y hay quienes no la profesan, hay agnósticos e incluso ateos; de ahí que la neutralidad del Estado debería ser la tónica común. El laicismo es garantía de la libertad de conciencia y de la no imposición de normas o valores morales asociados a religión alguna. A cien años de la muerte de Alfaro necesitamos reforzar el legado del laicismo, que asegura el Buen Vivir (Sumak Kawsay) intercultural y plurinacional.