Publicidad

Ecuador, 26 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Ciclear en el caos

05 de abril de 2013

Entonces decidí probar, en carne propia, la movilización alternativa. No habló de salir al ciclopaseo un domingo a pasear el perro. Hablo de realmente usar extensivamente una bicicleta para “hacer cosas”. Y la experiencia fue reveladora.

En el poco tiempo y limitadas oportunidades que he podido movilizarme en bicicleta, todos esos beneficios etéreos de los que escuchamos hablar, comenzando por ese altruismo social de quitar un carro de las calles y todo lo que eso significa, pasando por esa hora de ejercicio que siempre he querido hacer, los beneficios económicos (adicional a la gasolina, la zona azul y el ocasional miembro de los cuidadores sindicados de carros, en el ínterin el fallo mecánico solo me costó cinco dólares), hasta el look hipster estilo Felipao que tanto nos gusta.

Pero la experiencia no fue sin sus bemoles. Es decir, afloran esas quejas constantes que se escuchan de la minoría de minorías, los ciclistas, y que son refrendadas por los peatones, sobre la naturaleza agresiva de la ciudad. Una ciudad donde en cualquier intersección la prioridad la tiene el carro. Una ciudad donde en la pirámide social, “los de a pie” hacemos la base. Una ciudad que se ha llenado de propaganda de movilidad y respeto para cubrir las limitaciones idiosincráticas de los que la conformamos.

Porque si algo me ha mostrado esta experiencia, es que la idiosincrasia de agresividad y egoísmo trasciende a la persona que va detrás del volante. En las pocas vías con señalización para bicicletas y peatones somos incapaces de respetarlas. Somos incapaces de esperar hasta que la luz se vuelva verde. Somos incapaces de mostrar algún tipo de solidaridad con los que sufren de nuestras mismas vicisitudes. Y agradecemos por nuestros derechos, como si cuando uso el cruce peatonal fuera un favor que detengan sus carros. Nos dejamos consumir por el caos y luego eso se manifiesta cuando ganamos estatus y subimos en la pirámide social al volante de un auto, como lo dijo Rocío Carpio en un artículo para GkillCity.  

¿Por dónde comienza el cambio? Vimos esas lindas propagandas del presi cicleando desde el mismísimo Palacio de Carondelet por todo el país. Hemos visto el ocasional día de “Ir en bici al trabajo” desde algunos ministerios y desde la propia Alcaldía, y hemos escuchado la eventual anécdota de haber visto a algún alto funcionario dirigirse al antiguo aeropuerto en bicicleta para algún viaje importante.

Pero estas movilizaciones extensivamente resguardadas por seguridades que inspiran confianza, y un poco de miedo, no son el reflejo de la cotidianidad. En mi experiencia, tan agresivo es un carro oficial como uno que no lo es.

Entonces, evidentemente, no hay una motivación gubernamental ni la voluntad política para verdaderamente garantizar el bienestar de sus peatones o ciclistas. No hay la voluntad para salir del caos.

Contenido externo patrocinado