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El Telégrafo

Chuck Norris, Premio Nobel de la Paz

19 de octubre de 2012

No voy a desechar la legitimidad del Premio Nobel de la Paz por una mala decisión. O dos. O tres. Sería deslegitimizar a aquellos que, a pulso, destinaron su vida para cumplir esa “fraternidad entre las naciones, supresión o reducción de ejércitos, así como la participación y promoción de congreso de paz”, alto lema del Premio. Como Gandhi, encarnación del congreso de paz activo y efectivo. Lástima que nunca le dieron el Nobel. Pero no por eso vamos a desestimar los esfuerzos de Martin Luther King Jr. o Rigorberta Menchú, o Nelson Mandela o Henry Kissinger (quien, a diferencia de Le Duc Tho, sí tuvo la cara de aceptarlo).

La entrega del Premio Nobel al presidente Obama por fracasar (como tantos otros antes que él) en las negociaciones de paz entre Palestina e Israel, junto con el envío de 40 mil soldados a Irak, fue, más que nada, premiar el cinismo. Pero el cinismo noruego no quedó en eso. La semana anterior, ante la expectativa nacional por nuestro Lenín, nos enteramos de que fue la Unión Europea la que  se llevó el premio.

La justificación está dada por los 60 años que ha contribuido a la paz, reconciliación, democratización y promoción de los derechos humanos en Europa. Hace décadas dieron el premio a un montón de gente por intentar la reconciliación entre Francia y Alemania, ahora esa paz es una realidad. Creo que después de la rendición de Alemania en la Segunda Guerra Mundial eso fue bastante más fácil. 

Pero el premio resulta de lo más eurocéntrico. Porque todas las razones que se esbozan justificando el premio a la UE hablan de una “paz” a la interna. Para un premio que busca el desarme mundial, darlo a una comunidad que incluye a dos de los cinco países del mundo que más desembolsan para gasto militar (Francia y Reino Unido) es, por lo menos, contradictorio. Pero aún  más contradictorio al premio resulta la política migratoria que mantiene la Unión Europea, esa de coger a cada africano que busca cruzar el Mediterráneo y lo olvidan en los denominados Centros de Permanencia Temporal (CTP), creando una fortaleza europea. Mucha fraternidad para tan poco premio.

Es por esto que me permito nominar, siguiendo la lógica de la Comisión Noruega del Nobel, a Chuck Norris. Lo tiene todo: es estadounidense (20% de los premiados fue  estadounidense), lucha por la paz (a su manera, como a su manera lo hace la UE), ha logrado la fraternidad entre las naciones (¿quién no conoce y ama a Chuck Norris?), tiene esa patada voladora y, lo más importante, sin hacer mucho, lo tiene más merecido que la UE.

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