La lucha por un mundo multipolar sigue dando sus pasos. Como nunca antes en la historia y la geopolítica mundial, la integración integral se convierte en un eje del cual nadie quiere quedar fuera.
En el mundo hay una mayor conciencia social del fracaso del neoliberalismo como ideología y política para alcanzar sociedades más justas y equitativas. Basta observar cómo el denominado sueño americano se ha ido despedazando en los últimos treinta años. La locura neoconservadora en Estados Unidos ha llevado a que ese sueño sea una fantasía inalcanzable y peor aún que se nutra de millones de migrantes. Miles que mueren en el intento y millones quedan invisibilizados, escondidos en un sistema que de principio a fin se aprovecha de su mano de obra barata y contribuye a una competitividad estructural mal habida.
Ese sueño americano, no debemos olvidar, es el que ubicó a América Latina como el patio trasero. Desde una diversidad de doctrinas, nuestra región fue sometida a todo tipo de poderes alienantes, serviles e incluso criminales. Como patio trasero siempre nos ubicaron como sociedades de tercer o cuarto orden. Solo las élites nacionales vieron crecer su poder a medida que su servilismo también lo hacía.
Élites con mentalidad neocolonial; metropolitana; que se encargaron de difundir y hacer culto de ese sueño americano de la producción, del intercambio, del consumo, del placer, de la mediatización televisiva y cinematográfica. Generaciones enteras modeladas por ese norte como el ideal moral de sociedad a alcanzar. De ahí proviene la mayor resistencia a que la región decida tener otros socios, como es el caso de China. A esta se la presenta de manera negativa con el objetivo de contener su avanzada cada vez más fuerte en la región. China proclama que tiene su propio sueño como nación y lo que espera del mundo.
China ha dejado claro que es un actor fundamental en la construcción de un mundo multipolar; defendiendo la idea central de que, en ese nuevo mundo, todos debemos ganar; compartir las ganancias.
Los sectores conservadores nacionales ven con espanto la presencia de China en el país. Es un miedo a lo desconocido porque el imaginario mediático cada vez se destruye frente a la realidad del gigante asiático. La mediación social de los medios de comunicación aún reproducen el estereotipo del ‘peligro amarillo’, aquel que Hollywood nos ha vendido por décadas… Nadie postula pasar de un poder hegemónico a otro, sino que Ecuador tiene derecho a ejercer soberanamente sus relaciones internacionales; siempre con el objetivo de que beneficien a la nación. Ecuador ha gestado su propio sueño de futuro como nación y esto es el efecto de hacer del ejercicio del poder algo con legitimidad continua. Nada de lo alcanzado hasta ahora hubiese sido posible sin el activo respaldo político de la población. Los logros gubernamentales son los logros de la sociedad entera. El proyecto de una mayoría se ha convertido en el gran sueño nacional de ir construyendo la sociedad socialista del Buen Vivir.