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El Telégrafo

Chimbadores

04 de septiembre de 2012

Para quien puso en peligro la aprobación de la nueva Constitución con su sospechosa ingenuidad frente a las maniobras de la partidocracia empeñada en boicotear la obra de Montecristi, la proclamación de su candidatura presidencial es la confirmación de que vino a Alianza PAIS con agenda propia, buscando catapulta para sus ambiciones, pues antes se había presentado a varias candidaturas sin éxito, pese a su solvencia intelectual, buena para el logro de sus aspiraciones personales, no para sumar esfuerzos al actual proceso de cambios profundos e irreversibles.

Seis cúpulas partidistas acaban de proclamar al representante de un sector variopinto, unido por sus mutuas desconfianzas, pero ante el “objetivo común” de impedir el avance de la Revolución Ciudadana, en su reveladora coincidencia con la derecha reaccionaria, han decidido olvidar los agravios y lanzarse a la nada edificante tarea de “cambiar lo que ha hecho este Gobierno”, tal como reseña con especial entusiasmo la prensa opositora.

Significa entonces que están renegados por la extraordinaria y monumental obra pública en vialidad, educación, salud, vivienda, agua potable e infraestructura sanitaria a través de las puntuales acreditaciones mensuales a los Gobiernos Autónomos Descentralizados, sin importar su tinte partidista. Están en contra de las reformas judiciales.

Repugnan de la política digna y soberana del Gobierno, que ha puesto en su sitio a las potencias económicas y al imperialismo, proclamando y practicando los principios de igualdad y reciprocidad. Será que extrañan las cartas de intención, los fondos que garantizaban el pago de deuda en provecho de los especuladores que hoy fungen de “analistas políticos”. En definitiva, los infantiles enemigos de la minería están plenamente de acuerdo con el viejo país de la más insultante inequidad, de la explotación y el saqueo, abogan por el retorno a la politiquería de las trincas mafiosas que se llevaron la riqueza nacional a Miami.

Unen sus orfandades electorales que hasta hace poco camuflaron detrás del afiche oficial, obnubilados por los cantos de sirena mediáticos que para el logro de sus propios objetivos les han convertido en estrellas de primera plana, olvidando el trato despectivo y discriminatorio que dio históricamente la prensa privada a las irrefutables proclamas de la izquierda revolucionaria, cristalizadas en el actual proceso transformador que tanto entusiasma al pueblo ecuatoriano, empoderado de manera protagónica de sus logros y conquistas sociales para el Buen Vivir.

Saben de esto los chimbadores; pero a propósito lo esconden, unos porque siempre fueron reaccionarios y le
tienen terror al cambio; otros porque su insoportable vanidad les impide dimensionar el daño que pueden irrogar a los sueños y esperanzas populares.

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