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El Telégrafo

Chevron-Texaco nunca más

12 de septiembre de 2013

La derecha, por sus propios apetitos canibalescos, y la izquierda boba que la sirve, con altavoces y tambores, atizan el fuego de la contienda interna entre los partidarios  del Plan A y el Plan B, en el caso del Yasuní; los primeros proclamando que el petróleo de la zona debe quedar bajo tierra para siempre, y los segundos -con el Gobierno a la cabeza- proclamando la necesidad de extraer esos hidrocarburos en nombre del desarrollo económico y del Buen Vivir del pueblo ecuatoriano. Esto último, dado que el mundo capitalista no acudió -ni acudirá- en auxilio del Plan A, que requiere contribuciones de significación a cambio del sacrificio ecuatoriano que representa no extraer ese petróleo. Y en medio de ello, como lo hemos dicho en nuestro artículo del jueves anterior, avanza el Plan C (Chevron-CIA-Conspiración), secreto, cauteloso pero resuelto, porque representa la voluntad imperial de bloquear y romper todo proyecto de soberanía e independencia de los países latinoamericanos.

Hay un tema en el que no cabe ninguna discusión entre ecuatorianos, sean o no izquierdistas o ecologistas: la sentencia contra Chevron-TexacoLos manipuladores del Plan C, con el entusiasta apoyo de los grandes medios, creen haberse sacado el gordo de la lotería política con la bandera del Yasuní. Solo que pronto se desilusionarán, porque poco a poco se situará el tema en el terreno que debe situarse: el debate y la discusión entre los ecuatorianos, al margen de los intereses del imperio.

En cambio, hay un tema en el que no cabe ninguna discusión entre ecuatorianos que se precien  de tales, sean o no declarados izquierdistas, sean o no ecologistas: es el tema de la sentencia dictada por los jueces ecuatorianos contra la Chevron-Texaco, que por más de 20 años sembró contaminación y deforestación, cáncer y muerte entre las comunidades de la Amazonía. Las 30 mil víctimas del pulpo petrolero ganaron una agitada demanda judicial y los depredadores deberán pagar 19 mil millones de dólares por reparaciones de toda índole.

Suma muy pequeña, que no compensa la muerte de un solo niño de la Amazonía, y más pequeña todavía si se sabe que este dinosaurio petrolero de dos cabezas se llevó miles de millones durante más de dos décadas de saquear el rico y dulce petróleo de Sucumbíos y Orellana. De allí que el grito soberano “Chevron-Texaco nunca más” terminará por imponerse a las amenazas y presiones imperialistas. Será el triunfo de la patria toda, de su derecho a la segunda y definitiva independencia.

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