La noticia de que el presidente de Venezuela debía someterse a una nueva intervención quirúrgica ha causado honda conmoción. Muchedumbres, en ciudades y pueblos de su país, llenan las calles en actos multitudinarios de respaldo y apoyo al mandatario que debe iniciar un nuevo período en fecha próxima. Se multiplican los buenos deseos de dirigentes de distinto signo ideológico de varias partes del mundo que hacen votos por su pronto restablecimiento.
En gesto que lo honra sobremanera y que evidencia una vez más su alta calidad humana, Rafael Correa viajó a La Habana tan pronto se enteró de la mala noticia. Allí calificó a Chávez de “presidente histórico y representante de la patria grande latinoamericana”. Esas palabras adquieren un significado especial ante los todavía inciertos resultados de una operación que el canciller Nicolás Maduro calificó como “compleja y delicada”.
Al margen de lo que el futuro traiga, el impacto de una eventual desaparición del líder hace visible la dimensión histórica de Chávez. Podemos hablar de un cambio de época a partir de su primera rebelión, en rechazo a la masacre del “Caracazo”. Su retorno, en brazos del pueblo que lo rescató después de su secuestro en el golpe del año 2002, alcanzó caracteres de epopeya. No solo Venezuela es otra a partir del arribo del Comandante al poder; también lo es Sudamérica.
Una feliz coincidencia, tal vez irrepetible, permitió que el rostro de la región tuviera los rasgos de un obrero y una ex guerrillera en Brasil, de dos ex montoneros en Argentina, de un tupamaro en Uruguay, de un indígena en Bolivia, de un intelectual joven en Ecuador, de un sacerdote en Paraguay, de un militar en Venezuela. Ellos conjugaron sueños y esperanzas como en la época de los Libertadores y, además, pusieron piso a sus anhelos: surgió Unasur con sus derivaciones aún en construcción; y después la ALBA, que integró a la isla precursora y a la patria de Sandino. Nació la Celac, que está dando sus primeros pasos libres de tutelas o intromisiones. Por eso se ha combatido tanto a Chávez, porque con él comenzó a hacerse efectiva nuestra segunda independencia.
Un aspecto poco conocido es la solidaridad del venezolano. Primero con su país que vive cambios radicales en educación, salud, vivienda, cultura; con Sudamérica y el Caribe y con todos los pobres y agredidos del
mundo, incluyendo los de EE.UU. Por eso su nombre es ya parte de la historia, que él y otros de su estirpe están cambiando.