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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Chantaje fondomonetarista a Grecia

27 de junio de 2015

Entre las diarias noticias, tienen relevancia las referidas a la negociación entre Grecia y la ‘troika’, integrada por el Banco Central y la Comisión Europeos y el Fondo Monetario Internacional. Hasta el momento han resultado infructuosas las conversaciones de Bruselas, entre los mandatarios y ministros de Finanzas y Economía de los países que integran la eurozona y el gobierno de Atenas, quedando una última esperanza en las que deben cumplirse antes del 30 de junio, fecha en la que el país heleno debe pagar 1.800 millones de euros al Fondo Monetario Internacional.

Grecia está enfrentada a un juego diabólico: debe pagar sus acreencias y para ello requiere contraer nuevas deudas. Es el viejo círculo que conocemos muy bien en América Latina y que tanto daño hizo a nuestros pueblos. El escollo -para los prestamistas usureros- es que en ese país triunfó un gobierno progresista, que ofreció a sus electores cortar ese dogal. Quienes apremian por la suscripción de un nuevo acuerdo, similar en sus condicionamientos a los anteriores, tropiezan con la firme voluntad de quienes aspiran a que el milenario Estado recupere su autonomía política y financiera.

La deuda griega asciende a casi 410 mil millones de euros y data de muchos años; desde la dictadura militar, se han sucedido administraciones que en gran medida obedecían los dictámenes de las élites financieras y corporativas que gobernaron a través de sus agentes. No hubo reparos para otorgar los créditos que los juegos olímpicos reclamaron y, para pagarlos, el país fue de un acuerdo a otro, sujetándose a las condiciones impuestas por los acreedores.

Ello ha conducido a que, de una población de 10 millones de habitantes, se encuentre desempleada cerca de millón y medio. Hay  300 mil familias en situación crítica, viviendo sin los servicios elementales de luz y agua y pasando hambre. Los salarios han sido congelados y se incrementaron los impuestos, especialmente indirectos. Entre los jubilados, un 45% recibe pensiones inferiores a 665 euros mensuales, debajo del punto aceptado por la Unión Europea como límite de pobreza.

¿Por qué no se llega a un acuerdo? Porque los ministros de la eurozona exigen nuevos recortes en las pensiones y el incremento del IVA, incluso para las medicinas. Alexis Tsipras no cede en cuanto a pensiones e impuesto a productos esenciales y condiciona su aceptación a la renegociación de la deuda, a fin de no repetir el actual drama después de seis meses. Desde su asunción al poder, el gobierno de Syriza ha cumplido algunas de sus promesas: incrementó el salario mínimo a 761 euros; otorga cupones de alimentos para 300 mil familias y entrega electricidad gratuita a 150 mil; decretó amnistía tributaria a quienes debían menos de 3 mil euros y ha procurado restablecer los servicios de salud gratuita.

El chantaje a Grecia es político: se trata de hacer imposible la acción de un gobierno de izquierda y evitar el contagio a países como Irlanda, Portugal o España que pudieran seguir el ejemplo de valentía que Atenas está dando al mundo. (O)

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