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El Telégrafo

Cazando monos

22 de diciembre de 2013

Ala isla de Puerto Rico alguien trajo unos monos del continente y los dejó libres, ahora tienen el problema –lo cuentan con una sonrisa- que todo el país está siendo invadido por los primates que al ser muy prolíficos y dada la cultura de sus habitantes de no atacar a los animales ni destruir el ecosistema, se reproducen a gran velocidad.

En Costa Rica, la política de dejar espacios de bosque entre las propiedades, a los costados de los caminos y en las orillas de los ríos, ha permitido que el mono aullador, desaparecido del valle central donde se encuentra su capital, nuevamente sea visto, para deleite de los turistas que en cuando los ven en las carreteras, paran sus vehículos y se deleitan fotografiándolos en libertad, en familia, con los bebes como estrellas del maravilloso show de la naturaleza.

Esta semana, luego de tres meses de ausencias intermitentes, por fin pude ir a Puyo, capital de Pastaza, la provincia más grande de Ecuador y mi sorpresa fue que las “fábricas” de cajones de madera se han triplicado y en todas ellas se ven gigantescos montículos de árboles cortados en trozas de un metro con veinte, que es el tamaño que facilita su corte en tablillas que son hechas cajones, en lo que se transporta frutas y verduras.

Las montañas de aserrín, expuestas a sol y lluvia, emanan mortal metanol que contamina todas las fuentes de agua. Las cajas son desechadas luego del primer viaje y todos las vemos en los basureros de los mercados de las ciudades grandes, sin tomar en cuenta que son el hábitat de monos, perezosos, cuchuchos y demás hermosos animales que en Ecuador es imposible verlos en libertad.

El  mantener la permisividad de talar especies maderables  “que no tienen valor económico” ya no es un daño sino un crimen contra los derechos constitucionales de la naturaleza ecuatoriana. La teoría está muy bien, pero las salvajes prácticas se mantienen, por ello es imposible ver un mono en libertad en Pastaza o en la ruta Baños – Puyo considerada la de mayor biodiversidad del planeta.

Nuestra fauna amazónica debe valer más que una chancleta de cerveza, que debería ser la tecnología usada para reemplazar las cajas de madera y parar esta matanza diaria que significa talar árboles y acabar con un ecosistema único en el planeta que por ley estamos obligados a preservar.

Ningún movimiento ecologista, ambientalista, proteccionista, defensor de derechos animales, con tanta presencia en los medios, dice algo respecto a esta depredación y contaminación, de la cual todos somos responsables.

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